PROFETAS El profeta es un hombre inspirado, es decir, alguien que es portavoz de Dios, y esa inspiración le viene de un contacto personal con Él. Pero el profeta es también un hombre público, su lugar es la calle y la plaza pública, el sitio donde la gente se reúne. Y el profeta es un hombre amenazado, a veces se enfrenta a duras situaciones: a Ósea lo tachan de “loco”, a Jeremías de “traidor a la patria”. En las Biblia se incluyen como libros proféticos a Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce (Óseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías). También añaden otras después de Jeremías a Baruc, Lamentaciones y la Carta de Jeremías. Otras Biblias ponen dentro de los libros proféticos a Daniel.
ETAPAS DEL PROFETISMO
1.Los comienzos (siglos XII – XI a. C.). Débora (Jueces 4); Samuel (I Samuel 1-15); grupos proféticos.
2.Desde la Monarquía hasta Amós (siglos X – IX a. C.).
3.Edad de oro (siglo VIII a. C.). Amós, Óseas, Isaías y Miqueas
4.Persecución y silencio (700 – 640 a. C.). Nahún
5.Resurgimiento antes del destierro (640 – 586 a. C.). Sofonías, Jeremías, Habacuc, Ezequiel (primera etapa). 6.Anuncio del perdón (585-540 a. C.). Ezequiel (segunda etapa); Deuteroisaías (Isaías 40-55)
7.Los profetas de las restauración (538-518 a. C.). Tritoisaías (Isaías 56-66); Hageo, Zacarías.
8.La marcha hacia el silencio (siglos V-III) Jonás, Joel, Malaquías.
9.Profecía y apocalíptica. Daniel.
LITERATURA PROFÉTICA .Naturaleza y funciones de la profecía hebrea. El profeta hebreo era un mensajero divinamente inspirado, cuyo deber consistía en dar a conocer la voluntad y los propósitos de Dios al pueblo escogido, (comparece Amós 3:7, 8 con Éxodo 4:16, 7:1). Al paso que el nombre de profeta no implica necesariamente la idea de predecir, esta última ha sido su aceptación general, porque puede ser el deseo de Dios dar a conocer Su Voluntad tocante al pasado, al presente o al futuro. VI.Período entre Moisés y Elías y Eliseo. Los anales del período llamado “de los jueces” mencionan solamente a dos personas que desempeñaron el oficio profético: Débora la profetisa (Jueces 4:4) y un profeta cuyo nombre no se da (6:8). Samuel consideró que era este un grave peligro y ungió a David “varón conforme el corazón de Dios”, rey sobre Israel, esperando que éste siguiera la dirección indicada por los profetas. Durante las generaciones inmediatas, el profeta aparece raras veces en escena, pero Natan (II Sam. 12:1 y siguientes; I Reyes 1:11) y Gal (II Sam. 24:11 y siguientes) son dignos sucesores de Samuel. El próximo acontecimiento político de importancia fue la división del reino, y otra vez los profetas tomaron en ello un interés activo, favoreciendo la separación. (I Reyes 11:29 y siguientes; 12:22 y siguientes). Estaban convencidos de que una continuación de la política iniciada por Salomón tendría por resultado la desaparición de la verdadera religión y estaban dispuestos a sacrificar el estado y la dinastía con tal de salvar la religión de Dios. Las esperanzas de los profetas nos e realizaron del todo, porque no todos los reyes del Norte fueron adoradores ardientes de Dios. En nombre, continuó siendo Yhv el Dios de Israel, pero la conducta de los reyes, que encontró pronto imitadores en el pueblo, no fue tal que tranquilizase los temores de los celosos profetas de Dios.
PROFETAS VERDADEROS
Los profetas verdaderos estimaban que permitir otra religión al lado de la del Dios Yhv era una traición. La crisis dio origen a la obra de dos grandes representantes del Dios de Israel – Elías y Eliseo – quienes a su manera, pero denodada y aun atrevidamente, prosiguieron la lucha hasta que lograron desalojar el odiado culto de Baal y a la infiel dinastía de Acab. Los profetas subsiguientes encontraron más tarde necesario contrarrestar otra vez la tendencia a la apostasía, pero su principal deber fue ahora presentar la naturaleza y el carácter de Yahvé hacia Israel y la humanidad en forma más clara y definida. Los escritos proféticos de este período dejan en claro que la religión de Yahvé estaba amenazada de dos graves peligros: (1) la corrupción moral y religiosa debida a un errado concepto de Yahvé; (2) los triunfos de los asirios, que para la gran masa del pueblo era evidencia de la superioridad de las divinidades asirías, lo que debía dar por resultado que se declara del todo devoto a esa deidades. Uno y otro peligro amenazaba la vida misma de la religión de Yhv. Por su parte, los cuatro grandes profetas del siglo octavo estaban convencidos que el único remedio consistía en que se tuviese un concepto justo de la naturaleza y carácter de su Dios, y este remedio se apresuraron a aplicarlo.
LOS PROFETAS DEL SIGLO SÉPTIMO
El profeta Jeremías. Durante los últimos años del siglo séptimo hubo en Judá grandes profetas: Jeremías, Sofonías, Nahum y Habacuc. De éstos, es Jeremías el más notable y ocupó el período más largo de actividad. Recibió su llamamiento al oficio de profeta en 626 y continuó profetizando hasta la caída de Jerusalén en 586. la tarea que tenía entre sí no era fácil, porque su ministerio tenía que incluir a varias naciones y no era muy inspiradora porque debía ser ante todo el profeta condenatorio.
LOS PROFETAS DEL DESTIERRO
El mensaje de Abdías. Las referencias históricas y las alusiones del propio libro de Abdías en los capítulos 11 al 14, dan a entender que el mensaje se originó probablemente, poco después de la caída de Jerusalén, en 586 A. C. El mensaje es provocado por la hostilidad de los edomitas hacia los judíos. Anuncia el profeta la destrucción de Edom (1 al 9) a causa de su hostilidad y crueldad para con Judá (10 al 16) y la subsiguiente exaltación de los judíos (17 al 21). Entre las creencias fundamentales que forman la base del mensaje tenemos las siguientes: (1) Yahvé tiene un interés especial en Israel y Judá. (2) Establecerá un nuevo reino de Dios con Judá y Jerusalén como centro. (3) La santidad será la característica principal.
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