Acontecimientos relacionados con el establecimiento de la monarquía.—Las guerras con los filisteos pusieron a Israel al márgen de su desaparición. Su situación aparecía desesperada después del triunfo decisivo de los filisteos , (I Samuel 4), cuando Jehová mismo pareció incapaz de atajar la suerte contraria a su pueblo. La situación de Israel era doblemente grava, pues afectaba a la nación política y religiosamente. El ejército iraelita estaba desmoralizado. Nada se había hecho para prevenir el peligro de perder su independencia nacional. Pero peligro religioso era un más grave. El pueblo, aterrado, envía a buscar el Arca, símbolo externo de la presencia divina entre Su pueblo, creyendo que así la derrota sería imposible. Pero la batalla se declaró en contra de Israel. ¿Era Jhv incapaz de defenderlos? ¿ Eran los dioses de los filisteos más fuertes que Jahvè? En ese caso, ¿para qué servirle, si El se niega a ayudarnos o es incapaz de hacerlo?
Un nombre, el sumo sacerdote Samuel, comprendió lo aflictivo de la situación y vió que para preservar a la nación y preservar, ante, toda la religión del Dios único, dos cosas eran necesarias: (1) Unificar a todas las tribus en una sola nación y (2) elegir un caudillo que dirigiera a todos y que inspirara a los hombres.
La experiencia le enseño a Samuel que, para lograr una verdadera unión política era necesario estrechar la unión religiosa, que había sido lo que antes les hizo irressistibles, de aquí que se dedicara, ayudado por los hijos de los profetas, a hacer volver al pueblo a Dios. Para cimentar esta unión, creyó también conveniente que Israel tuviese un rey, a semejanza de los países vecinos. Conocía a un nombre que creyó reunía todas las condiciones para caudillo, y le ungió rey secretamente. Cuando Saúl hubo dado pruebas de su valor en Jabes de Galaad, se le proclamó rey por todo el pueblo. Esto secedió en el año 1037 A. C
Un nombre, el sumo sacerdote Samuel, comprendió lo aflictivo de la situación y vió que para preservar a la nación y preservar, ante, toda la religión del Dios único, dos cosas eran necesarias: (1) Unificar a todas las tribus en una sola nación y (2) elegir un caudillo que dirigiera a todos y que inspirara a los hombres.
La experiencia le enseño a Samuel que, para lograr una verdadera unión política era necesario estrechar la unión religiosa, que había sido lo que antes les hizo irressistibles, de aquí que se dedicara, ayudado por los hijos de los profetas, a hacer volver al pueblo a Dios. Para cimentar esta unión, creyó también conveniente que Israel tuviese un rey, a semejanza de los países vecinos. Conocía a un nombre que creyó reunía todas las condiciones para caudillo, y le ungió rey secretamente. Cuando Saúl hubo dado pruebas de su valor en Jabes de Galaad, se le proclamó rey por todo el pueblo. Esto secedió en el año 1037 A. C
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