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Bienvenido a QUMRÁN.Ser Judío no es pertenecer a una religión, es una misma forma de vida ante Di- y ante los demás...¡. La paz es inestable cuando se les niega a los ciudadanos el derecho a hablar libremente o practicar su religión como deseen; escoger a sus propios líderes o congregarse sin temor. Los agravios que no se ventilan empeoran, y la supresión de identidad tribal y religiosa puede llevar a la violencia.. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente

domingo, abril 27, 2008

sábado, abril 26, 2008

Las creencias en sentido fuerte son aquellas convicciones

Por Javier Otaola, abogado y escritor
Los presupuestos de aquello que hacemos, lo que explica nuestra conducta es invisible: la intencionalidad. Nuestras acciones tienen intencionalidad porque son el resultado de una interpretación de la realidad sobre la que actuamos; presuponen por lo tanto unas determinadas credenciales. La intencionalidad de nuestros actos se construye con el material de nuestros deseos pero a partir de nuestras creencias y expectativas. Ortega y Gasset distinguiría aquí, de un lado, entre las creencias en sentido fuerte, que son aquellas convicciones de las que, como el suelo bajo nuestros pies, ni siquiera somos conscientes; y de otro lado, las ideas y las opiniones. En aquéllas estamos, éstas las tenemos. Las ‘credenciales’ son esos documentos que dan crédito de nuestra identidad, pero son también aquello que creemos, y que asimismo dan cuenta y razón de nuestra identidad.
Hoy sabemos que ese universo virtual de las ideas y creencias no es por ello menos real: nuestras ideas religiosas, políticas; nuestras metáforas del mundo, conforman el mundo y se dejan conformar por él, al menos en la misma proporción. Más aún, desde el punto de vista personal, la intuición de Ortega me parece la más verdadera: la vida humana, en su sentido biográfico y no biológico, es radicalmente credencial. Es decir que no es inteligible nuestra vida, su argumento, sin tener en cuenta su instalación credencial (Julián Marías).
La visita de Benedicto XVI a España ha sido un acontecimiento que merece consideración por parte de todos los ciudadanos, dada la dignidad y la relevancia del personaje, pero no es un hecho con el mismo significado para todos dado el pluralismo ‘credencial’ de nuestras sociedades abiertas, que no admiten además fácilmente paternalismos por encima de la razón crítica. Su venida ha sido un acto de autocelebración de unas determinadas creencias/credenciales (infalibilidad papal, indisolubilidad del matrimonio, interdicción de toda sexualidad no ordenada según esa misma fórmula matrimonial). Las creencias del catolicismo-romano son importantes entre nosotros, aunque es difícil precisar su seguimiento efectivo especialmente en los campos más sensibles de la ética sexual, la concepción de la familia y la conciencia íntima, pero desde luego no son credenciales comunes a todos los españoles. El catolicismo-romano constituye un cuadro de creencias/credenciales que se coloca en una urna de infalibilidad, avaladas por una autoridad que no es de este mundo, pero en última instancia son verdades personales por cuanto que no son vinculantes sino para quienes las aceptan a partir de la fe. No son dialogables, sino que sólo admiten aceptación o rechazo.
Nuestro mundo mental de creencias, ideas y apariencias es, por otro lado, como un árbol de inervaciones que forma parte de nosotros; en cierto modo, como un órgano o un instrumento que nos sirve para entendérnoslas con la realidad de las cosas. Es el ’software’ de nuestra vida. El problema de esto es que personalizamos muchas veces nuestras creencias e ideas e interpretamos las críticas a nuestras ideas como un ataque personal, y resulta así que nos duelen, como a Miguel de Unamuno le dolía España. Esa crítica que nos duele es, sin embargo, la que pule y afirma nuestros conceptos y los hace, cada vez, más hábiles para entendérnoslas con la realidad.
Xavier Zubiri, que no es sospechoso de anticristianismo, decía que Europa se construye sobre la base de cuatro fundamentos que de alguna manera son nuestras credenciales: la filosofía griega, el derecho romano, la religión cristiana y la ciencia moderna. Esos cuatro fundamentos no se dan además de una manera pacífica, sino que se manifiestan con tensiones y contradicciones entre sí. Para empezar, la filosofía griega es evidentemente de raíz pagana y precristiana, lo mismo que el derecho romano. Por otro lado, religión cristiana y el catolicismo no son universos idénticos: el cristianismo es una realidad espiritual plural (además del catolicismo, el cristianismo se manifiesta en el luteranismo, calvinismo, la ortodoxia y el anglicanismo) y ese pluralismo es en ciertos aspectos sustantivos contradictorio. Y, finalmente, el surgimiento de la ciencia moderna se ha hecho no sólo al margen de las iglesias sino en gran medida en contra de ellas (Copérnico, Galileo, Servet, Darwin, Freud…) Con lo que tenemos que nuestras raíces son en efecto cristianas y no cristianas al mismo tiempo y en diversas proporciones.
Por otro lado, la laicidad como fórmula para la gestión de la pluralidad de credenciales es una idea muy cristiana, que ha nacido en países sociológicamente cristianos. No hay en ninguna otra de las grandes religiones de la Humanidad una referencia escrita tan laica como esa declaración del Evangelio: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
El problema de la idea de laicidad y su mal conocimiento público nace, además de por el activismo católico-romano en la defensa de algunas posiciones de privilegio, también de una debilidad conceptual propia y es que la laicidad no ha sido definida conforme a su verdadera naturaleza de regla de convivencia democrática y como fórmula de construcción de una verdadera ciudadanía política, sino que ha sido entendida por muchos laicistas ‘desde el ateísmo’, es decir como una especie de fobia a la religión.
Creo que es imprescindible propugnar una laicidad que convoque a todos y no solamente a los ateos o agnósticos, es decir, una laicidad que no se manifieste como una opción metafísica encubierta, como una ‘religión negativa subyacente’ en concurrencia con otras religiones, sino como una fórmula cívica y por lo tanto estrictamente neutral en términos metafísicos, y sólo beligerante en el ámbito de lo político; una laicidad como estrategia para la libertad: una laicidad abierta a la religiosidad personal y social pero que pretende un orden político que no se limite a ser una mera exaltación o celebración de la comunidad sobre la que se funda; una laicidad estratégica para establecer un poder público al servicio de los ciudadanos personalmente considerados y en su condición de tales y no tanto en función de su identidad nacionalitaria, étnica, de clase o religiosa.
La laicidad necesaria es a mi juicio la que propugna el gran profesor italiano Norberto Bobbio: «El espíritu laico no es en sí mismo una nueva cultura, sino la condición para la convivencia de todas las posibles culturas. La laicidad expresa más bien un método que un contenido».

Cuando no se tiene comprensión terminamos malinterpretando las palabras del oponente

No hay nada peor que caer en el fuego cruzado entre dos personas antagónicas en sus ideas y creencias, más aún procurar convencer sobre una posición asumida ideologicamente.Ustedes lo saben romper paradigmas no es cosa de un momento a otro.Esto no sirve de ejemplo para no entrar en controversias sobre cosas que nos separan, en lugar de buscar lo que nos puede unir.
Carta abierta al Cardenal-arzobispo de SevillaNo hay nada peor en el mundo que un ateo
José María Gallego Leal
Observatorio Laico desde La Isla/Rebelión
Muamar Gadafi nos dijo que lo peor que podía haber era un persona que no creyera en nada porque no hay puntos de referencia para dialogar con ella. Necesitamos una trascendencia, una persona religiosa siempre tiene un código moral y respeta a las personas. Puede haber cosas con las que no estemos de acuerdo, nosotros no tenemos otro camino que el Evangelio y Jesucristo y precisamente desde el Evangelio tenemos que respetar a los demás y una persona fiel y religiosa siempre tiene un código de conducta moral muy apreciado bajo todos los puntos de vista.Carlos Amigo Vallejo —Cardenal-arzobispo de Sevilla—, en declaraciones al San Fernando Información (20 de abril de 2008).
¿Debemos entender los ateos que de estas declaraciones se desprende que, al no creer en un dios, somos lo peor del Mundo? Quizá esté maliterpretando las palabras del Cardenal-arzobispo de Sevilla. Pero también puede que no.
Si es así, si es que no estoy malinterpretando nada y realmente el Cardenal-arzobispo de Sevilla ha querido decir que no hay nada peor en el Mundo que un ateo, creo que como tal es mi deber mostrar mi más profunda indignación y rechazo hacia estas declaraciones.
En primer lugar, el Cardenal-arzobispo de Sevilla debería ver quién es el personaje con el que comparte las palabras lo peor que podía haber era un persona que no creyera en nada: Muamar Gadafi, dictador de un país en el que se vulneran de forma sistemática los derechos humanos y donde no existe respeto para el disidente. ¿Es peor un ateo que el creyente Gadafi?
La historia nos da pruebas suficientes para demostrar que las religiones y las creencias no sólo no han sido un impedimento para cometer los más terribles crímenes, sino que además en la mayoría de los casos los han promovido: ¿es peor un ateo por el mero hecho de no creer que los responsables de la Inquisición? ¿Es peor un ateo que los creyentes Hitler, Franco, Pinochet, Bin Laden o Sharon
? ¿Es peor un ateo que se manifiesta contra las guerras que Bush o Aznar amparándose en su dios perpetran? ¿Es peor un ateo que los curas pedófilos? ¿Qué hay de las guerras de religión? ¿Y de las cruzadas? ¿Qué de los atentados suicidas en nombre de una religión y un dios? Así, replantéese su afirmación y formúlela en forma de pregunta: ¿una persona religiosa siempre tiene un código moral y respeta a las personas?
Con sus palabras el cardenal está condenando al ostracismo a los ateos. Esta vez no nos quemarán en las hogueras como ya hicieran en el pasado: ahora les basta con usar los medios para llevar a cabo su particular cruzada contra los que no creemos en dioses ni nos dejamos llevar por dogmas.
¿Tiene derecho, por otra parte, el Cardenal-arzobispo de Sevilla a hablar de respeto cuando este mismo es negado por la Iglesia católica, y las demás religiones, a los homosexuales, por citar sólo un ejemplo? Quizá sus Evangelios no lleguen a tanto.
Su lógica no es clara. Ni siquiera es lógica. Cardenal-arzobispo de Sevilla, ¿piensa usted que por creer en un dios ya está libre de cometer cualquier atentado contra el ser humano? Como ya he dicho, la historia, y la actualidad, nos demuestran lo contrario. Pero no sólo eso. A ustedes, los creyentes, poco les importa “pecar”, puesto que creen en un dios que les concederá el perdón y las llaves para una segunda vida, esta vez eterna y feliz. Nosotros, los ateos, no concebimos como usted comprenderá tal cosa: para nosotros la existencia es aquí y ahora, por tanto no debe haber lugar para el crimen puesto que la vida que tenemos es lo más valioso, ya que no habrá segundas oportunidades. Para esto, nos dotamos inter-subjetivamente, sin necesidad de dogmas supuestamente universales (y mucho menos de dogmas de inspiración divina) de normas para poder ejercer nuestros derechos y deberes como ciudadanos en libertad.
Los religiosos obran creyendo que serán recompensados en otra vida por un dios. Nosotros obramos de forma altruista, valiéndonos la satisfacción del deber cumplido, de haber hecho una buena obra. No necesitamos la recompensa de un dios. ¿Somos lo peor por obrar así? Más bien parece que al contrario, ¿no?
Como dijo Einstein, “si la gente es buena sólo porque teme el castigo y espera una recompensa, somos efectivamente un grupo lamentable” (Cita extraída de Richard Dawkins, “El espejismo de Dios”, Espasa Calpe, 2007). Esto me hace pensar, por otra parte, que la existencia de dios es más deseable que probable, pero no es este el tema.

Una misa demasiado colonizada de fe protestante

Autor Pedro Rizo
Una revista religiosa, supuestamente católica por sus créditos editoriales, publicó semanas pasadas un reportaje oponiéndose al “retorno” de Roma a la misa en latín, con fieles y sacerdote vueltos al altar. El reportaje no ahorró palabras contra la vieja misa presentándola como vestigio del nacional-catolicismo… Leyendo el trabajito parece que el Santo Padre, Benedicto XVI, más quiso resucitar a Franco que restaurar la liturgia secular.
Su lectura me subraya una vez más que el progresismo del último medio siglo dejó a la barca de Pedro tan tísica de fe que parece un cayuco cargado de enfermos desorientados. Por eso ilusiona – como el ciego sueña que ve − que el Papa se disponga a superar ese descarado modernismo que Pío X describe en su encíclica Pascendi − cuya lectura recomiendo − como fuertemente infiltrado en la Iglesia, ya entonces, para debilitarla. Más nos esperanzaría, por tanto, un renuevo firme de la doctrina y el apostolado perdidos que esta pacata reposición de la Antigua Misa.
El reportaje que cito, al que no daré publicidad, sugiere cuatro razones para condenarla.
La primera, que la misa antigua es «un retroceso» a según cuales «épocas oscuras (?) de la historia». Como si el culto a Dios, al que se supone inmutable, debiera pasar por la historia adaptándose a la moda y sacrificándole símbolos que en Trento se cuidaron con tanto esmero y por fuerza de leyes inderogables. La segunda, tachar a la Misa de antes del Segundo Concilio Vaticano como pesadísimo boato ceremonial, de interminable celebración y alejada de los fieles. La tercera, sugerir que quienes preferimos esa misa desobedecemos al Papa.
Seguidamente atenderemos las cuatro quejas del reportaje excluyendo la primera, ya contestada.
“Misa larga e insoportable”.-
Para la Misa de antes del CVII media hora era tiempo suficiente para incluirle un sermón de unos diez minutos. Esa Misa ordinaria es la que se decía aproximadamente cincuenta domingos del año más el gran resto de los días laborables. Las solemnes eran para casos debidamente señalados. A propósito, el Misal antiguo no permitía las concelebraciones que hoy proliferan por cualquier motivo; había que obtener un permiso especial. La oposición del oscurantista pasado ante-conciliar a esas concelebraciones se apoyaba en varias razones, entre ellas: Fomentaban la depreciación del altar y del Sacrificio, al tiempo que reafirmaban la idea de de mesa para un banquete.
Se autorizó la misa antigua, pero cambiada pues no se puede utilizar otro misal que el de 1964, que suprimió las quejas de la Iglesia ante la persecución antigua y actual de los judíos. Todavía el mes pasado S.S. Benedicto XVI sumó un nuevo favor a los concedidos a Jules Isaac por Juan XXIII. Aun así, nos felicitamos de que su liturgia sea visible y preservada del olvido. Porque la misa de Trento es ciertamente hermosa, incomparable testimonio de Sacramento y Sacrificio, ofrenda que el mismo Cristo eleva al Padre. El Misal que codificara San Pío V hace de la Misa algo principal para nuestra humana condición, mezcla de tierra y eternidad. Prueben ustedes a oírla donde la dispongan acompañándose, si les es posible, de un misal bilingüe de antes de 1964.
“Opuesta a la disciplina apostólica”.-
La obediencia no es a un hombre, sea papa, obispo o comandante del Ejército. La obediencia se reclama por lo que cada cual representa en su papel. Si se obedece, es porque a través de sus cargos se sirve a principios superiores. Estos son los que dan excelencia a las personas, y no al revés. La fe católica es una ofrenda a Dios que en última instancia está representado en cada supuesto. Si con la obediencia favorecemos la destrucción de los valores en que se justifica será necesario replantearse su débito. Porque no nos sometemos al Papa sino a la Tradición que le da la Sede; ni al capitán o caudillo, sino a la patria, su historia y antepasados. Esto es también, en esencia, el fundamento de la Infalibilidad Papal. Cuando muramos y nos presentemos ante Dios ni Juan, ni Pablo, ni Juan Pablo nos habrán asegurado su reino por obedecerles a ellos sino por que ellos cumplieron sus deberes. De la misma manera que no obedecemos al mayordomo o al ama de llaves, o al administrador de nadie, si no guarda el tesoro encomendado. Obedecerle entonces, sería complicidad con su error o delito; en todo caso, indiferencia vomitiva.
Así que, fíjense que va a ser que no, que los supuestos “retrógrados” que proponen para Dios que el culto oficial de la Iglesia retorne a sus mejores expresiones no están en contra de su jerarquía sino a favor de la Iglesia. Más cierto será al revés: Gran parte de la jerarquía es la que está en contra de la fe, de la Tradición que la enseñó y de los fieles que fuimos guardados en ella.
Jansenismo.-
La cuarta observación del citado artículo se detiene en la supuesta inclinación jansenista de quienes defienden la Misa antigua. El jansenismo fue, y es, una herejía de la que los españoles nos libramos sin dificultad. Expliquémonos. Los jansenistas aparecieron en Francia en la primera mitad del s.XVII y deben su nombre a la doctrina de Cornelio Jansen, bien intencionado pero manchado de calvinismo. En España hubo apenas algún brote por nuestra geografía cercana a los Pirineos y tan propensa al afrancesamiento. El jansenismo simpatizaba con la exageración ascética y el extremo de las prácticas piadosas. Todavía hoy podemos encontrar alguna caricatura de jansenismo en fieles rapados como antonianos, más adustos y tiesos que un palo, que por su engreimiento de santidad y ciencia miran por encima del hombro, que piensan que el gesto de enfado certifica inalcanzables niveles de dignidad. Vidas atormentadas por el rechazo de que en este mundo pueda haber muchos dones a gozar con el agrado de Dios, como enseña San Pablo y el propio Jesús. Si bien el jansenismo fue condenado por los papas Inocencio X y Clemente XI nunca dejó de reproducirse en gentes que se buscan a sí mismas dentro de la marginalidad. Puede que algunos, pocos, fieles de la Misa antigua se inclinen por estos desvíos pero no son representativos. Nada más lo serían de que en situaciones extremas es fácil protegerse, equivocadamente, en un extremismo pasajero.
Metido en tema susceptible de apasionamientos diré que me siento católico entre los fieles que van con pura conciencia a la Nueva Misa, la de Pablo VI. Ninguno falta a Dios por asistir a esa misa. Si acaso, su falta, muy grave, se el descuido en su formación. Sobre todo son las autoridades eclesiales las que deberían vigilar y derogar, por el bien de sus propias almas − las de esas autoridades, digo −, una misa demasiado colonizada de fe protestante. «Me honran con sus labios mientras que su corazón está lejos de mi.» (Is 29, 13) Del Nuevo Ordinario es una evidencia simple que las celebraciones más honestas no resisten comparación con las del Misal antiguo, en latín. Obsérvese que éste tiene la virtud de que, aún celebrando mal, el sacerdote se guía y se obliga a transmitir lo que el misal quiere significar. Es una realidad que con el antiguo ritual, cismáticos y herejes se convertían y que con las nuevas misas, el católico, aun ‘sabiéndose’ dentro de la Iglesia (?) pone en progresivo deterioro la fe católica. Lo prueba que muchos protestantes no encuentren reparo en asistir a ellas. ¿Por qué, si no, se impuso la comunión en la mano, de pie y contestando “Amén” al sacerdote que presenta la Hostia? Pues para facilitar la comunión de un protestante sin que renuncie a su increencia sobre la Eucaristía. Lo que para él es sólo un pedazo de pan, para nosotros es el cuerpo de Cristo. No respondiendo “Amén” no será el protestante el que cometa sacrilegio sino la Iglesia. ¿O es que no cometían sacrilegio los del Mau-Mau cuando arrasaban sagrarios?
Repito mi opinión de que no por defenderla de su destrucción o por exaltarla como merece puede entenderse a la Misa como el todo de la religión católica. La Misa, siempre la antigua, la que celebraba San Ambrosio y San Agustín, la de Isabel y Fernando, la de miles de soldados antes de ir a la muerte, es el culto sagrado perfecto. Pero ella sola no es “la religión católica”. Religión Católica es conocer el Credo y creerlo; respetar los Mandamientos y estudiar su aplicación; cumplir con los deberes de estado, muchas veces abandonados en erradas desviaciones de beatería, que no es lo mismo que vida piadosa. Religión católica es conocer a Jesucristo, sentirle y gustarle interiormente como experiencia de gracia inmerecida.
«Quien guarde mi doctrina vivirá eternamente.»
(Lc 8, 46-59)
Estas palabras de Jesús son el antígeno delator de la anomalía que vivimos. Lo remachamos, lo aseguramos con la fuerza de los hechos, con la luz de la evidencia. Los dos ordinarios, el de Trento y de antes de Trento, que fue proscrito − sería cínico negarlo −, y el del Vaticano II, responden a dos iglesias opuestas. Esto es, la de los kler y la de los villanos, la cristiana frente a la marxista, la de la Verdad frente a la del kaos. Más todavía la del ecumenismo, siempre suplicado, contra el irenismo siempre condenado; la católica, en cuanto acepción del término, diametralmente opuesta al pluralismo. Por tanto, la del apostolado misionero contra la de la tolerancia apóstata; la eterna frente a la modernista; la tradicional, odiada por la revolucionaria; la de los mártires y la de los fariseos. Testigo vivo del atropello que significó la imposición de la Misa Nueva, afirmo que ésta, aun con la mejor intención de su celebrante, diluye nuestra fe y, con ello, al Dios-hombre que nos la enseñó.
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La Iglesia Católica frente a los que:“se inclinan a adoptar actitudes contrarias a la verdad del evangelio”,



La impúdica “ley del silencio” vaticanaBenedicto XVI y su inmoral disculpa
Edgar E. Quintero
Rebelión
La reciente visita del Papa a Washington tenia un difícil escollo por las seguras críticas que habrían de realizarse ante el escandaloso tema de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos en contra de niños, jóvenes, seminaristas e incluso monjas en diferentes obispados norteamericanos y en otros muchos países del mundo. Pero nuestro santificado Obispo de Roma seguramente ya había tomado todas las previsiones para tratar el tema, sus esplendidos y resueltos asesores de comunicación e imagen sugirieron que diera las primeras declaraciones sobre el asunto en pleno vuelo hacia los Estados Unidos seguramente con la pretendida idea de ablandar a la opinión publica y minimizar el impacto negativo que podría causar este problema en tan importante visita e igualmente mostrar la imagen de un papa preocupado y consternado por estos delitos y ratificar por encima de todo su decidida oposición a los mismos. Es así como Benedicto XVI declara sobre este tema con “perlas” comunicacionales como estas: “No comprendo como esto pudo suceder” , “Es una vergüenza que no se debe repetir”, “Ha sido un gran sufrimiento para EE.UU., para la iglesia y para mi personalmente”, “Cuando leo las historias de las victimas me parece imposible entender como ha podido suceder que un sacerdote traicione su misión de dar aliento y el amor de Dios a estos niños”.
Antes de ser nombrado Papa, el Cardenal Ratzinger era, desde 1981, el Prefecto del poderoso ministerio vaticano “Congregación para la Doctrina de la Fe”, conocida comúnmente como el Santo Oficio, la cual tiene como finalidad promover y vigilar la aplicación de la “correcta” doctrina de la fe , las costumbres y la moral cristianas en todo el mundo del catolicismo, por lo tanto todo aquello que tenga relación o atente contra estos principios de fe, moral y costumbres cristianas en la iglesia católica están bajo su directa y exclusiva jurisdicción (Articulo 48 de la Constitución Apostólica de la Curia Romana). El Cardenal Ratzinger ejerció una gran influencia en el papado de Juan Pablo II y son famosas sus críticas y sanciones a la “Teología de la Liberación” impulsada por populares obispos y sacerdotes latinoamericanos como Leonardo Boff, Jhon. Sobrino, Arnulfo Romero, Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuria, Ernesto Cardenal y muchos otros, algunos de los cuales fueron inhabilitados en el sacerdocio por orden de Ratzinger.
Dada entonces su poderosa influencia sobre el vaticano en las tres ultimas décadas y siendo el Director del Santo Oficio, es imposible que el actual Papa no conociera desde hace muchos años la problemática y los detalles de los abusos sexuales denunciados y cometidos por prelados y sacerdotes católicos en diferentes diócesis del mundo y de que por años la mayoría de estos pederastas fueron encubiertos por la jerarquía eclesiástica con la anuencia de las más altas autoridades vaticanas incluyéndose el mismo. Esta practica de encubrimiento de sacerdotes pedófilos y abusadores sexuales seguramente tiene muchísimos años sucediendo y me atrevería a asegurar que muchos siglos, me resisto a creer que este tipo de delitos no existiera en la edad media europea o en la conquista de America y más aun sabiéndose el poder absoluto que tuvieron los Papas, los Obispos y los sacerdotes católicos incluso hasta sobre la vida y la muerte.
En 1962 el Papa Juan XXIII firmó un documento “Crimine Solicitacionis” en donde se reclama a los obispos y sacerdotes del mundo mantener en estricto secreto todas las denuncias sobre abusos sexuales cometidas por sacerdotes y se amenaza hasta con la excomunión a aquellos que divulguen estos acontecimientos e incluso se obliga a los Obispos para que insten a las victimas a que juren mantener en secreto dichos abusos y que no se recurra a las autoridades civiles sino eclesiales para denunciar estos delitos.
En el 2004 el vaticano se cruzó de brazos y defendió al sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo sobre el cual pesaban muchas denuncias y acusaciones graves y comprobables de abusos sexuales, Juan Pablo II y el entonces Cardenal Ratzinger hicieron caso omiso de estas denuncias y se rehusaron a someter al delincuente Maciel a un proceso canónico o entregarlo a la justicia ordinaria para una seria y detallada investigación y bajo el absurdo y oportunista criterio de su avanzada edad y su débil salud fue suspendido “a divinis” quedando fuera del alcance de la ley humana y divina hasta que falleció a principios de este año.
En el 2006 la BBC de Londres acusó a Ratzinger de haber ocultado deliberadamente muchos escándalos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en muchos países del mundo, por lo cual se demostraba, según ellos, que el vaticano había promovido una conspiración de silencio en torno a los casos de pederastia y abusos sexuales generalizados dentro de la iglesia católica.
En el año 2007 el diario británico The Observer sacó a la luz una carta fechada en Mayo de 2001 y firmada por el Cardenal Joseph Ratzinger Prefecto del Santo Oficio en donde se reafirma la voluntad del vaticano que los Obispos mantengan en estricto secreto las investigaciones que involucren a sacerdotes católicos en asuntos de abusos sexuales y obliga a que dichas investigaciones sean enviadas a la oficina de Ratzinger quien tomaría todas las decisiones necesarias para enfrentar y decidir que hacer frente a estas denuncias.
La iglesia católica en los Estados Unidos ha tenido que llegar a arreglos legales con victimas de abusos sexuales por la inmensa cantidad de más de 2.000 millones de dólares, para impedir juicios en los tribunales ordinarios y ninguno de estos delincuentes ha sido llevado a procesos canónicos por el vaticano. El ultimo caso más relevante fue el del Obispo de Boston el Cardenal Bernard Law quien fue obligado a renunciar por la presión publica al demostrarse que encubrió descaradamente a sacerdotes pederastas, dicha diócesis en el 2002 enfrentaba 450 juicios en tribunales ordinarios por denuncias de abusos sexuales comprobables, se terminó comprando a las victimas con muchísimo dinero para parar dichos juicios, evidenciándose que hubo más interés en evitar los escándalos que en ayudar a las victimas a recuperarse de los daños psicológicos y sus secuelas. Y así un sinnúmero de casos de prelados y sacerdotes denunciados y acusados ante tribunales ordinarios por delitos de violación o encubrimiento de abusadores sexuales en todo el mundo: Irlanda, Canadá, España, Colombia, México, Austria, Holanda, Francia, Polonia, Alemania, Australia, Argentina, Italia, Centroamérica, Brasil, África, etc, muchos los cuales recibieron apoyo y solidaridad automática del vaticano y de los jerarcas de sus respectivas diócesis.
Todos estos acontecimientos demuestran que existía y existe de parte de las autoridades vaticanas y de sus Obispos una sistemática política para silenciar estas atrocidades y las mismas eran del conocimiento del actual Papa quien participó activamente en la promoción de esta política de encubrimiento desde hace muchos años. Según la legislación ordinaria de todos los países del mundo no solo es delincuente quien comete este delito sino también aquel que consciente y deliberadamente ordena, silencia y apoya el encubrimiento de estos crímenes y a quienes los cometen. Existen muchísimos informes, declaraciones y pruebas contundentes, comprobables y abrumadoras de victimas y testigos que refieren haber sido amedrentados, intimidados y hasta amenazados por muchos prelados, sacerdotes y autoridades con el fin de retractarse, callarse o silenciar sus denuncias y testimonios sobre estos abusos, siendo esto una prueba de que la actitud de los jerarcas vaticanos de ocultar estos delitos fue y es una política deliberada y sistemática. Si bien es cierto que estos crímenes no son generalizados dentro de la iglesia católica, tampoco se constituyen en hechos excepcionales y aislados, cada vez son mayores las denuncias en este sentido y ha sido evidente el empeño en minimizarlas.
Resultan pues inverosímiles y cínicas estas declaraciones del actual Papa Ratzinger frente a unos acontecimientos en los cuales él ha sido un participante de excepción como autoridad de la santa sede, ha demostrando con creces que le interesa más defender los intereses y la imagen del clero vaticano que enfrentar las consecuencias y resolver desde la raíz el problema de estas desviaciones morales de sus miembros. Muchos de estos delincuentes siguen protegidos por las autoridades eclesiales, incluso dentro del mismísimo vaticano, muchos han sido movidos a otros lugares y continúan al frente de instituciones y templos del catolicismo como si nada hubiese pasado. Esta odiosa impunidad y deleznables prácticas contradicen abiertamente al Evangelio, vulneran la dignidad del pueblo de Dios y ponen en amplísima duda la confianza, la honestidad y la misión de la iglesia católica y sus autoridades.
Hoy la iglesia católica ha perdido gran parte de su credibilidad institucional, su autoridad moral se derrumba progresivamente por efecto de los gravísimos errores cometidos en su conducción, por las actitudes y desviaciones éticas de sus autoridades y sacerdotes, pero principalmente por defender sus propios intereses apartándose de los valores y principios enunciados en el evangelio que dicen promulgar y representar, por defender y aplicar a ultranza los postulados mercantiles del capitalismo dentro de su propia organización muy por encima de los principios espirituales-morales necesarios para mantener la cohesión entre pueblo e iglesia, por apoyar políticamente de forma abierta y descarada a los partidos y organizaciones derechistas en todos los países y por colocarse sin tapujos al lado de las clases económicas más poderosas del mundo olvidándose de las empobrecidas grandes mayorías.
El Cardenal estadounidense James Stafford prelado vaticano, ante estos acontecimientos dijo hace algunos años: “la iglesia pagara muy caros estos errores” y ciertamente este apocalíptico veredicto se esta cumpliendo, el catolicismo enfrenta hoy una perdida masiva de fieles y es sin lugar a dudas la mayor preocupación de las autoridades vaticanas, otras sectas y creencias religiosas de muy variada ascendencia están atrayendo a muchísimas personas que abandonan la fe católica, los templos generalmente están casi vacíos con algunas excepciones en fechas cristianas importantes y cada vez es más difícil encontrar jóvenes dispuestos a vocacionar como sacerdotes.
Utilizando las mismas palabras de Benedicto XVI, las autoridades vaticanas debieron censurar, evitar y sancionar el comportamiento y las practicas de muchos Obispos y clérigos católicos que: “se inclinan a adoptar actitudes contrarias a la verdad del evangelio”, hay: “signos evidentes de un quebrantamiento preocupante de los fundamentos mismos” de la iglesia católica, “signos de alienación, ira y debilitamiento del sentido moral, vulgaridad en las relaciones sociales y creciente olvido de dios” por parte de sus prelados y sacerdotes.
Como dice el editorial del diario mexicano La Jornada del 16 de abril pasado: “Para creerle a Benedicto XVI se necesitaría un compromiso serio y sostenido por parte del vaticano en la exclusión y la sanción de sacerdotes que al amparo de la autoridad moral que ejercen sobre los fieles, han destruido y agraviado a la sociedad en sus entornos más fundamentales. En tanto que ese compromiso no se concrete y se refleje en las acciones de la jerarquía eclesial, mientras no se perciba una consecuencia entre las acciones y el discurso no hay motivo para ver en la declaración papal algo más que un gesto de relaciones publicas dirigido a sus anfitriones estadounidenses”.
Todo esto anuncia, sin lugar a dudas, una debacle sin precedentes de la estructura religiosa más importante de la civilización occidenta1,
parece haber comenzado el irreversible apocalipsis para el catolicismo.

miércoles, abril 23, 2008

Benedicto XVI "el deber de defender la libertad religiosa nunca termina"


Agenzia FidesCongregazione per l'Evangelizzazione dei Popoli
http://www.fides.org
VATICANO
VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Estados Unidos - "La libertad religiosa, el diálogo interreligioso y la educación basada en la fe, tienden a algo más que a lograr un consenso encaminado a encontrar caminos para formular estrategias prácticas para el progreso de la paz”
Washington (Agencia Fides) - Concluido el encuentro con el mundo universitario católico, el Santo Padre Benedicto XVI se ha dirigido al “Pope John Paul II Cultural Center" para encontrar a los Representantes de otras Religiones (hebreos, musulmanes, hindúes, budistas y giainistas). " Este País tiene una larga historia de colaboración entre las diversas religiones en muchos campos de la vida pública" ha subrayado el Santo Padre en su discurso, exhortando a todos los grupos religiosos a perseverar en su "colaboración" y a enriquecer así la vida pública con los valores espirituales que animan su acción en el mundo. "Los americanos han apreciado siempre la posibilidad de dar culto libremente y de acuerdo con su conciencia" ha continuado el Papa citando Alexis de Tocqueville, el historiador francés y observador de las cosas americanas, que estaba fascinado por este aspecto de la Nación. " En las áreas urbanas, es normal que las personas procedentes de sustratos culturales y religiosos diversos se impliquen de manera conjunta cada día en entidades comerciales, sociales y educativas. Hoy, jóvenes cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, y niños de todas las religiones se sientan en las aulas de todo el País uno junto a otro, aprendiendo unos de otros. Esta diversidad da lugar a nuevos retos que suscitan una reflexión más profunda sobre los principios fundamentales de una sociedad democrática”.El Santo Padre ha subrayado que "el deber de defender la libertad religiosa nunca termina" y ha explicado que "tutelar la libertad religiosa dentro de la normativa legal no garantiza que los pueblos -en particular las minorías- se vean libres de formas injustas de discriminación y prejuicio. Esto requiere un esfuerzo constante por parte de todos los miembros de la sociedad con el fin de asegurar que a los ciudadanos se les dé la oportunidad de celebrar pacíficamente el culto y transmitir a sus hijos su patrimonio religioso. La transmisión de las tradiciones religiosas a las generaciones venideras no sólo ayuda a preservar un patrimonio, sino que también sostiene y alimenta en el presente la cultura que las circunda. Lo mismo vale para el diálogo entre las religiones: tanto los que participan en él como la sociedad salen enriquecidos. En la medida en que crezcamos en la mutua comprensión, vemos que compartimos una estima por los valores éticos, perceptibles por la razón humana, que son reconocidos por todas las personas de buena voluntad. El mundo pide insistentemente un testimonio común de estos valores". A continuación Benedicto XVI ha invitado a todas las personas religiosas " considerar el diálogo no sólo como un medio para reforzar la comprensión recíproca, sino también como un modo para servir a la sociedad de manera más amplia”.Después de haber citado la contribución de las escuelas confesionales a la construcción de una sociedad respetuosa de las prácticas religiosas de todo, el Papa ha subrayado "Ellos han de impregnar la sociedad con un profundo temor y respeto por la vida humana y la libertad; garantizar que la dignidad humana se reconozca y aprecie; facilitar la paz y la justicia; enseñar a los niños lo que es justo, bueno y razonable”. Señalando el creciente interés de los gobiernos por patrocinar programas destinados a promover el diálogo interreligioso e intercultural, Benedicto XVI ha puesto en evidencia que, aún tratándose de loables iniciativas, "la libertad religiosa, el diálogo interreligioso y la educación basada en la fe, tienden a algo más que a lograr un consenso encaminado a encontrar caminos para formular estrategias prácticas para el progreso de la paz. El objetivo más amplio del diálogo es descubrir la verdad. ¿Cuál es el origen y el destino del género humano? ¿Qué es el bien y el mal? ¿Qué nos espera al final de nuestra existencia terrena?”En nuestra época “con demasiada frecuencia se marginan estas preguntas - ha continuado el Papa -. Sin embargo, jamás se podrán borrar del corazón humano". A este propósito "los líderes espirituales tienen un deber particular, y podríamos decir una competencia especial, de poner en un primer plano las preguntas más profundas de la conciencia humana, de despertar a la humanidad ante el misterio de la existencia humana, de proporcionar un espacio para la reflexión y la plegaria en un mundo frenético”.La respuesta de los cristianos a estos interrogantes profundo sobre el origen y la suerte del género humano es un sola: Jesús de Nazaret. "Él es, así lo creemos, el Logos eterno, que se hizo carne para reconciliar al hombre con Dios y revelar la razón que está en el fondo de todas las cosas. Es a Él a quien llevamos al forum del diálogo interreligioso. El deseo ardiente de seguir sus huellas impulsa a los cristianos a abrir sus mentes y sus corazones al diálogo”."Mientras unimos siempre nuestros corazones y mentes en la búsqueda de la paz- ha continuado el Pontífice -, debemos también escuchar con atención la voz de la verdad. De este modo, nuestro diálogo no se detendrá sólo en reconocer un conjunto común de valores, sino que avanzará para indagar su fundamento último". Benedicto XVI ha subrayado "el objetivo más importante del diálogo interreligioso requiere una exposición clara de nuestras respectivas doctrinas religiosas. A este respecto, los colegios, las universidades y centros de estudios son foros importantes para un intercambio sincero de ideas religiosas. La Santa Sede, por su parte, intenta impulsar esta tarea importante por medio del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, del Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos, así como de varias Universidades Pontificias”. El Papa ha concluido su discurso deseando que los seguidores de todas las religiones “estén unidos en la defensa y promoción de la vida y la libertad religiosa en todo el mundo. ", y de este modo puedan ser "instrumentos de paz para toda la familia humana." Al término de la su visita al “Pope John Paul II Cultural Center", el Papa ha dirigido un breve saludo, en el Polish National Room, a los representantes de la Comunidad hebrea y les ha entregado un Mensaje de felicitación con ocasión del Pesah, fiesta del Pessah, que inicia el sábado 19 de abril. (S.L) (Agencia Fides 18/4/2008; Líneas. 75 Palabras: 1058)
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Texto completo del discurso del Santo Padre, plurilingüe Texto completo del Mensaje del Santo Padre a la Comunidad Hebrea,

domingo, abril 20, 2008

EL tercer Papa ante la Asamblea General de la ONU

En el pleno de la Asamblea General, el Papa llamó a la ONU a actuar frente a crisis humanitarias

Benedicto XVI se convirtió ayer en el tercer Papa que habla ante la Asamblea General de la ONU, antes lo habían hecho Paulo VI y Juan Pablo II.
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Papa Benedicto XVI se reunió con víctimas de pederastas en Estados Unidos
Benedicto XVI aclaró, sin embargo, que debe hacerse respetando la carta de la ONU. Además, insistió en la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos.
Ante una sala repleta que lo aplaudió de pie, el Pontífice insistió en la necesidad de soluciones multilaterales para los problemas del mundo sin dejar que las decisiones reposen exclusivamente en los países ricos y poderosos."Experimentamos la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos", dijo el sumo pontífice."Las cuestiones de seguridad, los objetivos de desarrollo, las reducciones de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente", agregó el Papa.En su intervención, con la presencia de los 192 países miembros, el máximo jerarca de la Iglesia Católica recordó que el deber primario de todo Estado es proteger a la propia población de cualquier tipo de violaciones de derechos humanos o crisis humanitarias."Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales", dijo.El jefe de la Iglesia Católica indicó que la intervención de la comunidad internacional "no tiene porqué ser interpretada como una imposición y una limitación de la soberanía".Aseguró que, al contrario, "la indiferencia o la falta de intervención es lo que causa un daño real". Sin embargo, el pontífice recordó a los miembros de Naciones Unidas la necesidad de agotar todas las vías diplomáticas para resolver la crisis."Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación", agregó.El obispo de Roma dijo a sus interlocutores que "es el principio de la responsabilidad de proteger en el que se tiene que basar las Naciones Unidas".Citó cómo el fraile dominico español Francisco de Vitoria, que calificó como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida de todas las naciones".Benedicto XVI señaló que una visión a través de la religión puede llevar al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra y a promover la justicia y la paz.Por ello, llamó a Naciones Unidas a apoyar el intercambio interreligioso, del mismo modo que lo hacen con el diálogo en otros campos de la actividad humana.Según Joseph Ratzinger, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados que produzca el diálogo entre las religiones para usarlos al servicio del bien común."El objetivo de este diálogo es proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación", apuntó.
Rechazo a la investigación que atente contra la vida Entre los derechos fundamentales del hombre, el Papa indicó que obviamente deben incluir el derecho a la libertad religiosa.Consideró inconcebible que los creyentes tengan que suprimir sus creencias religiosas para ser ciudadanos de un país, y exclamó: "No tendría que ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos".Ratzinger explicó que los derechos asociados a la práctica de la religión necesitan protección, sobre todo en lugares donde se les considera en conflicto con la confesión mayoritaria, en alusión a la situación de los cristianos en zonas como Medio Oriente, en especial en Irak, ya denunciada en varias ocasiones por el Papa.Benedicto XVI tocó en un denso y largo discurso otros temas como la defensa de los derechos humanos, la necesidad de solidaridad con los países más necesitados e invitó al rechazo de una investigación científica y tecnológica que atente contra "el carácter sagrado de la vida".El Papa no olvidó recriminar al organismo que el consenso multilateral sigue teniendo problemas "a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos".El jerarca del Catolicismo deseó a todas las naciones representadas en la ONU "Paz y prosperidad con la ayuda de Dios", en los idiomas oficiales de la organización (inglés, francés, español, árabe, chino y ruso).
Así fue recibido en Nueva York
El pontífice llegó en avión a Nueva York procedente de Washington y fue recibido por el cardenal de Nueva York Edward Egan y conducido en helicóptero hasta Manhattan.Frente al edificio de las Naciones Unidas lo esperaban varios centenares de personas, muchas de ellas hispanas, que lo vivaron en español.Un grupo de católicos de Nueva Jersey lo recibió con un cartel en su alemán natal que rezaba 'Willkommen Pope Benedict XVI'. Un reducido contingente de opositores incluyó un grupo que se autodenomina Foro para la protección del pluralismo religioso.El consultor financiero Padmanabh Rao, un hindú de Woodbridge, Nueva Jersey, se quejó de que el Vaticano convierte en la India al catolicismo.El contratista de Queens William Salazar, quien dijo ser indígena navajo, se quejó de que sacerdotes católicos ''vinieron a América y mataron a nuestros hijos. Ahora el Papa envía sacerdotes por todo el mundo que están violando a nuestros hijos''.Antes del discurso ante la ONU, el Papa Benedicto XVI y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se reunieron a solas durante 15 minutos.

jueves, abril 10, 2008

El Estado devolvería bienes a la Iglesia Ortodoxa Rusa

La Iglesia en Rusia podrá recuperar sus bienes, asegura el responsable del patrimonio federal
RIA Novosti. Las organizaciones religiosas podrán recuperar los bienes que perdieron en el pasado, aseguró el miércoles Valeri Nazárov, director de la agencia rusa para la gestión del patrimonio federal (Rosimuschestvo).
"La legislación rusa en vigor exige la devolución de inmuebles y otros bienes a las asociaciones religiosas. Tenemos la obligación de cumplir la letra de la ley, así que tarde o temprano aquéllas van a recuperar lo confiscado", declaró Nazárov tras reunirse con el Patriarca Alexis II, máximo jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Las disputas patrimoniales entre el Estado y la Iglesia suelen surgir en torno a los museos y otras obras del patrimonio histórico y cultural, constató el jefe de Rosimuschestvo.
"No podemos decir que el traspaso de los bienes sea rápido e indoloro. Muchos usuarios de inmuebles otrora pertenecientes a una organización religiosa no se apresuran a devolver estos locales a la Iglesia porque no tienen adónde mudarse", dijo el funcionario.
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