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domingo, mayo 03, 2009

La Biblia le da cientos de nombres al único Dios

La Biblia le da cientos de nombres al único Dios verdadero, nombrándolo por su esencia, o por sus atributos, sus muchas cualidades. Los musulmanes tienen un "rosario" con 99 cuentas, que son 99 nombres de Dios, según sus atributos (el Todopoderoso, el Sabio, el Santo, el Justo, etc.)... la cuenta 100 sería para los que uno le quiera añadir.

He aquí algunos importantes:

1- Elohim (El, Elah): Es el primero que usa la Biblia, en Gen.1:1, y encierra pluralidad en la unidad (es uno, pero tres personas): Tiene 2 raíces:
1- "El": Poder, el que es Poderoso, es el Dios de la Creación.
2- "Alah": Jurar, comprometerse a sí mismo, es "fiel", seguro.

"Elohim" (Dios), se usa 2.500 veces en la Biblia.

La "fuente Eloista" nos suele presentar un Dios grandioso que crea como en Génesis 1, que da leyes, y que no habla directamente a los hombres, sino por medio de sueños (como a José, o por visiones (como en la Zarza)... En contraposición de la "fuente Yavista", del sur del reino, que suele presentar un Dios que habla con Adán y Eva, y Abraham, y Noé y Moisés...

2- YAWH, Yahweh, Yaveh, Yavé, Jehovah, Jehová:

"YAWH" es el nombre que se dio a si mismo Dios en Ex.3:14. Sólo nos quedan las cuatro consonantes "YHWH", porque el idioma hebreo no tiene vocales; se suelen traducir por "Yahweh", "Yah­veh", "Yaveh", "Yavé", o "Jehovah" o "Jehová" (este último, quizás el menos acertado).

"Yahweh" no es un atributo de Dios, como lo era "Elohim", sino su Ser esencial, que nos dio el mismo Dios en Ex.3:14, "Yo Soy el que Soy". Aparece ya en los capítulos 2 y 3 del Génesis, hablando con Adán y Eva, después hablando con Moisés y Abraham... la "fuente Yavista", presenta a un Dios muy personal; la raiz "Yavah" significa "revelarse, llegar a ser conocido", así es que Yahweh "es el que existe en Sí mismo y se revela a Sí mismo".

"YHWH" se menciona 646 veces en la Biblia, pero los judíos no pronunciaban el nombre de Dios por respeto, y en las traducciones griegas lo sustituyen por "Adonai" ("el Señor"): 432 veces en el A.T., y las 214 veces en el N.T... Ni siquiera sabemos cómo pronunciaban esas cuatro letras "YHWH"... en español, lo pronunciamos "Yavé" o "Jeová".

"Yahweh" es el nombre divino que se relaciona especialmente con la obra "redentora": Aparece ya en el Edén, revelando la promesa de redención a Adán, en Ge.3:15; luego a Moisés, le revela su nombre para redimir a los israelitas de Egipto, en Ex.3:14... y, hasta el mismo nombre de "Jesús", que significa "Salvador", viene de la raiz "Yaveh" o "Javeh", y es el mismo "Yo Soy" que antes mencionábamos.

jueves, marzo 12, 2009

La cristiandad de Occidente y la cristiandad de Oriente

Una introducción

La palabra ‘cisma’ significa ‘separación’. El Cisma de Oriente y Occidente, también conocido como el Gran Cisma, es, pues, la separación del papa y la cristiandad de Occidente, de la cristiandad de Oriente y sus patriarcas, en especial, del Patriarca Ecuménico de Constantinopla. El distanciamiento entre ambas Iglesias comienza a gestarse desde el momento mismo en que el emperador Constantino el Grande decide trasladar, en el 313 d.C., la capital del Imperio romano de Roma a Constantinopla; se inicia, prácticamente, cuando Teodosio el Grande divide a su muerte (395) el Imperio en dos partes entre sus hijos: Honorio, que es reconocido emperador de Occidente, y Arcadio, de Oriente; deja notarse a partir de la caída del Imperio occidental ante los pueblos bárbaros del Norte en el 476; se agudiza en el siglo IX por Focio, patriarca de Constantinopla, y se consuma definitivamente en el siglo XI con Miguel I Cerulario, también patriarca de Constantinopla.

Focio (820-897),

secretario de la Cancillería del Imperio Oriente y, luego, patriarca de Constantinopla.

Causas del Cisma

En tres grupos pueden clasificarse las principales causas que motivaron el Cisma:

1. De tipo étnico: La natural antipatía y aversión entre asiáticos y europeos, unidas al desprecio que en esta época sintieron los cristianos orientales hacia los latinos, a quienes consideraban contagiados de barbarie a causa de las invasiones germánicas.

2. De tipo religioso: Las variaciones que, con el paso del tiempo, fueron imponiéndose en las prácticas litúrgicas, dando lugar al uso de calendarios y santorales distintos; las continuas disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales que se originaron a partir de dividirse en dos el Imperio; la opinión extendida por todo el Oriente de que, al ser trasladada la capital del Imperio de Roma a Constantinopla, se había trasladado igualmente la Sede del Primado de la Iglesia universal; las pretensiones de autoridad por parte de los patriarcas de Constantinopla, que utilizaron el título de ‘Ecuménicos’ a pesar de la oposición de los papas, que reclamaban para sí, como obispos de Roma, la suprema autoridad sobre toda la cristiandad; la negativa de los patriarcas de Oriente a reconocer esa autoridad sobre la base de la Sagrada Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, alegando que el obispo de Roma sólo podía pretender ser “primus inter pares” (un primero entre sus iguales); y la intromisión de los emperadores en asuntos eclesiásticos, creyéndose pontífices y reyes, y pretendiendo decidir ellos solos los graves problemas de la Iglesia.

3. De tipo político: El apoyo que buscaron los papas en los reyes francos y la restauración en Carlomagno del Imperio de Occidente (s. IX) mermaron prestigio a los emperadores de Oriente, que tenían pretensiones a la reunificación del antiguo Imperio romano.

A estas causas de carácter general pueden añadirse los cargos —en realidad, pretextos— que los patriarcas Focio y Cerulario imputaron a la Iglesia de Roma, y que pueden resumirse en los cuatro siguientes: Que los papas no consideraban válido el sacramento de la confirmación administrado por un sacerdote; que los clérigos latinos se rapaban la barba y practicaban el celibato obligatorio; que los sacerdotes de la Iglesia Romana usaban pan ácimo en la Santa Misa, práctica considerada en Oriente una herejía de influencia judaica; y, en fin, que los papas habían introducido en el credo la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (“Credo in Spiritum Sanctum qui ex Patre Filioque procedit”), en contra de lo que sostenían los patriarcas orientales, que no reconocían esta última procedencia.

Estos cargos, que hubiesen podido solucionarse con la convocatoria de un concilio, produjeron la separación definitiva, si no hubiesen prevalecido razones espurias a la esencia misma de la religión.

Sus autores

Para proceder con claridad, estudiaremos todos los personajes que intervienen en este asunto, unos como autores del Cisma y otros como defensores de la unidad de la Iglesia y la primacía de Roma.

En la autoría del Cisma se ven implicados Miguel III el Beodo (838-867), emperador de Oriente (último de la dinastía de los Isauros); César Bardas, tío del emperador y regente del Imperio durante su minoría de edad; Gregorio Asbesta, metropolitano de Siracusa; Focio, secretario de la Cancillería imperial, y Miguel Cerulario, patriarca de Constantinopla.

Como defensores de la unidad de la Iglesia merecen citarse los papas Nicolás I, Adriano II, Juan VIII y León IX; Ignacio, patriarca de Constantinopla, y la emperatriz Teodora, madre del emperador Miguel III y hermana de Bardas.

La mentira de la conspiración

Ignacio, patriarca de Constantinopla (799-878), era un hombre de exquisita piedad, pero excesivamente austero y de una rigidez que rayaba en la intransigencia. Bajo la protección de la emperatriz Teodora, se preocupó de velar con celo extraordinario por la pureza de la fe y la práctica de las buenas costumbres.

El día de la Epifanía del año 857, Ignacio negó la sagrada comunión a César Bardas a causa de la conducta inmoral y escandalosa de que hacía alardes. Bardas juró vengarse de esta humillación y busca la alianza de Gregorio Asbesta, encarnizado enemigo de Ignacio, quien, junto con el papa Benedicto III, lo había suspendido en sus funciones de metropolitano de Siracusa.

Puestos de acuerdo, acusaron falsamente a Ignacio de conspirar contra el Estado ante Miguel III, que ya había llegado a su mayoría de edad y ejercía personalmente el gobierno del Imperio, pero que estaba fuertemente influido por su tío.

La emperatriz Teodora se declaró defensora de Ignacio, pero Bardas la acusa de complicidad, y, tras ordenar que le fuese cortado el cabello como castigo, la encerró violentamente en un convento, mientras Ignacio era desterrado a la isla de Terebinto.

Focio y el Cisma

Era preciso sustituir inmediatamente a Ignacio en la Sede del Patriarcazgo bizantino, y nadie más a propósito que Focio (820-897), secretario de la Cancillería imperial y perteneciente a una familia noble, emparentada con Bardas.

Focio era hombre erudito, tanto en ciencias profanas como sagradas, hábil político, pero soberbio y ambicioso. Su elección parecía acertada. Existía, sin embargo, una grave dificultad: Focio era seglar y los Sagrados Cánones prohibían su ascenso directo al episcopado. Gregorio Asbesta, no obstante su excomunión y suspensión, se encargó, en connivencia con el emperador, de solventar esta contrariedad. En pocos días, del 22 al 25 de diciembre del 858, confirió a Focio las órdenes sagradas, incluso el episcopado, lo que permitió que el emperador le otorgase la dignidad de Patriarca de Constantinopla.

Miguel I Cerulario (ha. 1000 - 1059), patriarca de Constantinopla.

Con el fin de legitimar su actuación, Focio escribe una carta al papa Nicolás I, sucesor de Benedicto III, en la que le comunica su exaltación al Patriarcado, cosa que había aceptado —explicaba tan cínica como hipócritamente— en contra de su voluntad y a pesar de no creerse digno de tan alto cargo. En esa misma carta hacía una profesión fingida de fe cristiana de acuerdo con el Credo de Roma y sumisión total al Pontífice. Al propio tiempo, el emperador envió otra carta dando cuenta al Papa de la renuncia voluntaria de Ignacio, retirado a un monasterio, y confirmando las noticias de Focio.

No convencido de los argumentos que contenían ambos escritos, Nicolás I envió dos legados a Constantinopla para que le informaran de lo ocurrido, pero, sobornados por Focio y Bardas, informan al Papa falsamente de acuerdo con las anteriores cartas. Aún más, sin autorización del Pontífice, se constituyen en Jueces y convocan un Sínodo cuyas conclusiones deponen a Ignacio y proclaman a Focio legítimo Patriarca. Esta rivalidad entre Ignacio y Focio fue la causa inmediata al Cisma.

Resplandece la verdad

Pero no tardaron en llegar a Roma los informes del propio Ignacio y de otros obispos adictos a la Santa Sede, dando cuenta al Pontífice de la realidad de los hechos. Disconforme con los hechos, Nicolás I protestó por la actitud del emperador bizantino, se negó a reconocer patriarca a Focio y reunió en Letrán un sínodo (863), en el que se excomulga a Focio, se le desposee de todas sus dignidades y se restituyen a Ignacio todos sus derechos. Como era de esperar, ni Focio ni el emperador aceptaron la decisión del Pontífice.

Sin embargo, y cuando más esperanzas abrigaban de triunfo, Bardas cae asesinado (866), y, al año siguiente, el emperador Miguel III corría la misma suerte a manos de Basilio, nacido en Macedonia e hijo de padres armenios, que usurpa el trono del Imperio.

Destierro de Focio

El emperador Basilio I el Macedonio (810-886), enemigo personal de Focio, encierra a éste en un monasterio (867) y repone a Ignacio en la Sede Patriarcal con todos los honores. A fin de dar legitimidad a las decisiones del nuevo emperador, el papa Adriano II, sucesor de Nicolás I, reunió en Constantinopla el VIII Concilio Ecuménico (869-870), en cuya sesión octava se acuerda anatematizar a Focio y condenar sus libros a la hoguera.

A la muerte del patriarca Ignacio en el 878, el papa Juan VIII, que había sucedido a Adriano II y cuyo desacuerdo con su predecesor era evidente, levantó las penas que pesaban sobre Focio y lo admitió por segunda vez al Patriarcado de Constantinopla, pero cuando el emperador León VI ocupa el trono a la muerte de Basilio I (886), lo recluyó de nuevo en un monasterio, donde permanecería hasta su muerte en el 897.

Durante todo el siglo X, el nombre de Focio cayó en un olvido absoluto. Sin embargo, aunque sus sucesores no rompieron sus relaciones con el Papado, fueron preparando el ambiente contra Roma. La separación espiritual de ambas Iglesias había llegado a tal extremo que, al comenzar el siglo XI, se veía claro que la separación era inevitable. En efecto, ya en el siglo XI, Miguel Cerulario volvía a exaltar la memoria de Focio y a defender sus escritos.

Tras la recíproca excomunión, el cisma entre ambas Iglesias, que aún se perpetúa, se había consumado.

Miguel I Cerulario y la separación definitiva

Miguel I Cerulario (ha. 1000 - 1059) fue hombre altivo, prepotente y ambicioso, de poca formación intelectual, pero lleno de odio contra la Iglesia romana. Elevado a la Sede Patriarcal de Constantinopla en 1943, su ministerio coincidiría con el del papa León IX, y ambos consumarían el cisma que se venía gestando entre ambas Iglesias.

Su enfrentamiento con Roma se inicia en 1051, cuando, tras acusar de herejía judaica a la Iglesia romana por utilizar pan ácimo en la Eucaristía, ordena que se cerrasen todas las iglesias de rito latino en Constantinopla que no adoptaran el rito griego, se apodera de todos los monasterios dependientes de Roma y arroja de ellos a todos los monjes que obedecían al Papa, y dirige una carta al clero en la que renovaba todas las antiguas acusaciones contra las dignidades eclesiásticas occidentales.

En el año 1054, el papa León IX envió a Constantinopla una legación encabezada por el cardenal Humberto de Silva y los arzobispos Federico de Lorena y Pedro de Amalfi, portando un escrito en el que se conminaba a Cerulario a la retractación de algunos aspectos en conflicto y un decreto de excomunión en caso de que éste se negase a ello, pero el patriarca se negó a recibirlos y tratar con ellos. Ante esta actitud, los legados papales publicaron su “Diálogo entre un romano y un constantinopolitano”, plagado de burlas contra las costumbres griegas, y, el 16 de julio de 1054, depositaron la bula de excomunión en el altar mayor de la iglesia de Santa Sofía, en Bizancio (antes Constantinopla), y abandonaron la ciudad de inmediato.

Unos días después, el 24 de julio, el patriarca Miguel I Cerulario quemaba públicamente la bula papal y excomulgaba al cardenal Humberto y a su séquito. El cisma entre ambas Iglesias, que aún se perpetúa, se había consumado.

Con todo, aunque el inicio del Gran Cisma queda fechado en la Historia a partir del papado de León IX, no son pocos los investigadores que cuestionan la trascendencia de estos hechos en la efectiva separación de ambas Iglesias, pues, por una parte, cuando la excomunión recíproca tuvo lugar, León IX ya había muerto, lo que implica que cualquier actuación llevada a cabo por el cardenal Humberto carecía ya de validez como legado papal, y, por otra, las excomuniones afectaban a individuos, no a Iglesias.

11 de marzo de 2002

La delegación oficial de la Iglesia Ortodoxa griega es recibida por un Papa en el Vaticano, por primera vez desde que se produjo el Cisma entre Oriente y Occidente en el año 1054.

El Gran Cisma, hoy

Desde aquel instante hasta la actualidad, ambas se denominan a sí mismas Iglesia Católica Romana e Iglesia Católica Ortodoxa y reivindican también la exclusividad de la fórmula “Una, Santa, Católica y Apostólica”, al tiempo que cada una se considera como la única heredera legítima de la Iglesia primitiva fundada por Cristo y atribuye a la otra el “haber abandonado a la Iglesia verdadera”.

Sea como fuere, la Historia nos deja constancia de una suerte de intención latente de acercamiento entre ambas Iglesias. Así, en 1274 tuvo lugar una primera voluntad de aproximación con motivo del II Concilio de Lyon y, en 1439, volvieron a reunirse en el Concilio de Basilea, pero las dos ocasiones se vieron avocadas al fracaso por la recíproca intransigencia en algunos aspectos doctrinales y disciplinarios.

Más recientemente, algunas Iglesias orientales decidieron aceptar la primacía absoluta del papa y ahora se denomina Iglesias Orientales Católicas. Y, a raíz del Concilio Vaticano II, convocado en 1962 por el papa Juan XXIII y clausurado en 1965 por Pablo VI, la Iglesia Católica Romana emprendió una serie de iniciativas que han contribuido al acercamiento entre ambas Iglesias, entre las que puede contarse la declaración conjunta de 7 de diciembre de 1965, en la que el papa Pablo VI y el patriarca Ecuménico Atenágoras I decidían “cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada”.

viernes, febrero 27, 2009

Basílica de la Anunciación o de la Encarnació de Nazaret

Basílica de la Anunciación o de la Encarnació de Nazaret

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Fray Ricardo Bustos:Escuchar

A falta de la confirmación oficial, los padres franciscanos custodios de Tierra Santa en la Basílica de Nazaret ultiman los preparativos para la visita del Santo Padre y se muestran ilusionados ante la posibilidad de que más de 1.000 cristianos puedan reunirse al aire libre con el Sucesor de Pedro y a pocos metros del lugar donde la Virgen María fue visitada por el Arcángel Gabriel.

Historia de la Basílica

Egeria, una peregrina cristiana que visitó Nazaret en el año 383, vio "una gran y muy espléndida gruta en la que vivió María y en la que se ubicó un altar". Se trata probablemente de la más grande de las cavernas consagradas en la gruta de la actual Basílica de la Anunciación. Según la tradición católica romana, ése es el lugar en el que el ángel Gabriel apareció a María.

Hacia el año 570 se construyó una iglesia en ese lugar. Se encontró un mosaico escrito en griego del siglo IV o V, con la dedicatoria: "Para Conon, diácono de Jerusalem".

Los peregrinos que llegaban a Nazaret en el período bizantino veían también una cueva con un manantial del cual María extraía agua (posiblemente el manantial ubicado debajo de la actual Iglesia Ortodoxa Griega del Arcángel Gabriel), y la "sinagoga" en la que Jesús leyera el libro del profeta Isaías. Varios relatos mencionan la construcción de iglesias en estos tres lugares. Estas iglesias antiguas sobrevivieron aparentemente la conquista árabe, porque el peregrino Arculfo, un obispo de Gaul que visitó el lugar en el año 670, vio dos "iglesias muy grandes" en la ciudad. Pero en 1099, en tiempos de la conquista cruzada, todos los santos lugares cristianos en Nazaret estaban en ruinas.

El caballero normando Tancredo, príncipe de Galilea, ordenó de inmediato la construcción de una nueva catedral sobre la cueva ubicada en el centro de la ciudad. Esa fue la iglesia más grande erigida por los cruzados y el peregrino anglosajón Saewulf, que la visitara en 1102, la describió como "un monasterio muy noble" (e informó también que la ciudad había sido totalmente arrasada por los sarracenos). Esta catedral cruzada fue aparentemente dañada por el teremoto de 1170. Las reparaciones empezaron, pero no habían concluido todavía cuando los cruzados fueron derrotados en la batalla de Hittín y expulsados de la ciudad.

Una serie de tratados posteriores permitió que continuara el peregrinaje cristiano a la Gruta de la Anunciación durante el siglo siguiente, aún después de 1263, cuando la ciudad fue saqueada y las iglesias destruidas por orden del sultán mameluco Baybars. La posibilidad de continuar el peregrinaje llegó a su fin en 1291, con la caída de Acre y la expulsión final de los cruzados de los asentamientos y fortalezas francas restantes a lo largo de la costa.

La presencia eclesiástica católica romana en Nazaret no se restableció hasta 1620, cuando el emir druso Fakhr-a-Din autorizó a los padres franciscanos a adquirir las ruinas de la catedral y la gruta cruzada. En 1730 los franciscanos obtuvieron un firmán (decreto) del sultán otomano que les permitía construir una nueva iglesia en ese lugar. La estructura fue agrandada en 1877 y completamente demolida en 1955, para permitir la construcción de una nueva basílica. Antes de empezar la actual edificación, el Studium Biblicum Franciscanum (Jerusalem) realizó una exhaustiva investigación arqueológica del lugar.

Planeada por el arquitecto Giovanni Muzio, la actual Basílica de la Anunciación está construida en dos niveles. El nivel superior sigue el contorno de la catedral cruzada del siglo XII (una nave flanqueada por dos pasillos) y reconstruye parcialmente los ábsides de la parte oriental. El nivel inferior conserva la gruta bizantina.

La nueva basílica, el santuario cristiano más grande en el Medio Oriente, fue consagrada en 1964 por el Papa Paulo VI durante su histórica visita a la Tierra Santa y santifivada el 23 de marzo de 1969. Un segundo servicio ecuménico llevado a cabo dos días después incluyó la participación de prelados y clérigos de las iglesias ortodoxa griega, armenia, copta, etíope, siria y luterana.

miércoles, enero 28, 2009

Falso afirmar que Jesús fue palestino


Jesús, el palestin

En estos últimos días escuché varias veces que Jesús era “palestino”. Ayer lo volvió a decir Luis D’elía en el debate de C5N.

Primero hay que decir que el Nuevo Testamento es muy claro en cuanto a la identidad judía de Jesús. Nació de padre y madre judía, tenía estudios rabínicos y su cargo para la crucifixión fue sedición; sobre su cruz escribieron la acusación “Rey de los judíos”.

La afirmación de que Jesús era palestino tiene la intención de borrar la identidad históricamente judía de la región, o bien inventar alguna relación entre aquella época y los árabes palestinos actuales.

En los tiempos de Jesús, no existía tal cosa como “Palestina” o un “pueblo palestino”. La región había sido hogar de los Reinos de Israel y Judea. Bajo ocupación romana, se convirtió en la provincia romana Judea (del latín, Iudaea). Antes del nacimiento, durante la vida y luego de la muerte de Jesús, el lugar se llamó Judea.

Herodes (personaje del capítulo masacre de los inocentes) era el rey de Judea, cliente del Imperio Romano. Poncio Pilato (conocido por el juicio a Jesús) era el Prefecto para la Provincia Romana de Judea. Es decir, no hay existía referencia a “Palestina” o “palestinos” en aquella época.

En la última guerra judeo-romana, la rebelión de Bar Kojba (132-135 d.C.), los romanos vencen y el Emperador Romano Publio Elio Adriano decide tomar una serie de medidas anti-judías. La intención era borrar toda identidad judía de la provincia de Judea. Una de esas medidas fue quitar el nombre “Judea” de todos los mapas, y renombar la región.

Así, por primera vez aparece la denominación “Palestina”. Se eligió “Palestina” como referencia a los filisteos, antiguo enemigo de los judíos, en un intento de humillarlos. Cabe destacar que estos filisteos no tienen ninguna relación con los palestinos actuales, son dos pueblos distintos, con características y orígenes totalmente diferentes.

Por lo tanto, es falso afirmar que Jesús fue palestino. Dado que nunca había existido tal denominación antes o durante el tiempo de Jesús. “Palestina” aparece recién un siglo después de su muerte, y ni siquiera tiene algo que ver con los árabes palestinos actuales. Si se quiere dotar a Jesús de alguna nacionalidad, ésta seria judío (oriundo de Judea); no palestino.

viernes, enero 23, 2009

Resurgimiento desembozado del odio judeófobo

En las últimas décadas, y en particular los últimos meses, asistimos al resurgimiento cada vez más desembozado del odio judeófobo que algunos ingenuos creían extinto. El contexto del conflicto árabe-israelí se ha transformado en el terreno idóneo para que expresen abiertamente su judeofobia toda clase de sujetos.

Algunos de ellos, vamos a darles el beneficio de la duda, creen tener buenas intenciones y ni siquiera son conscientes del flagrante odio que destila su discurso. Lo que intentaremos hacer en este trabajo es “decodificar” y “traducir” el trasfondo ideológico de estos discursos buscando desvelar lo oculto: la judeofobia y los mitos que la sustentan.

La casi totalidad de los detractores de Israel han concluido pre-facto que este estado es el único responsable por la situación de miseria que vive el pueblo palestino y por la perpetuación de las condiciones de violencia en Medio Oriente (sin contar al 59% de la Opinión Pública europea que en una encuesta de 2003 sindicaron a Israel como la principal amenaza a la paz mundial).

Para que esta visión caprichosa y tergiversada (este prejuicio) pueda funcionar aplican arbitrariamente (y sin ninguna base de sustento material) categorías analíticas diseñadas para la interpretación de otras situaciones históricas que no tienen ningún parangón con lo que acontece en Medio Oriente (ya mostraremos cómo).

Esta tendencia es particularmente notable entre los intelectuales “progresistas”; esta propensión es sumamente grave ya

que se trata de un sector de la sociedad que hasta hace poco tiempo se caracterizaba por su espíritu crítico, espíritu que parece haber trocado en un impenetrable dogmatismo acrítico.

Cuando uno lee posturas como la expresada por León Rozitchner tanto durante la guerra Hezbollah-Israel como durante la crisis actual Hamas-Israel parecería que este autor ha asumido la visión del filósofo nazi Martin Heidegger acerca que el verdadero ser es el ser para la muerte pues plantea, básicamente, que las acciones del Ejército de Defensa de Israel rompen la vinculación de Israel con la tradición judía milenaria, ya que dichas acciones implicarían la asunción de un Mecanismo de Defensa: la “identificación con el otro perseguidor” . Según Rozitchner si los judíos se defienden abandonan su lugar de “víctima del antisemitismo cristiano” y pasan al bando de Torquemada (¿Torá Quemada?), Chmielnicki, Hitler y demás asesinos de judíos.

La “tradición judía milenaria” en la interpretación del autor (y esto no lo dice como “humorada” aunque así lo parezca) es el suicidio colectivo de los defensores de la Fortaleza de Masada o los luchadores del Ghetto de Varsovia que cayeron combatiendo en una lucha desigual; este autor, obviamente no puede tolerar, siquiera, el pensar en un combatiente judío con posibilidades de victoria (como Josué, los Macabeos, etc.); su modelo es el del judío condenado a muerte combatiendo por la “dignidad” y no por la supervivencia.

Los judíos que murieron en el Ghetto de Varsovia (al igual que la totalidad de los 6.000.000 de judíos asesinados durante la Shoah) fueron abandonados por el mundo, por este mismo mundo en el cual se silencian –cuando no se festejan- los misiles disparados contra civiles israelíes, mientras se condena el legítimo derecho israelí a la autodefensa. Parafraseando a Von Clausewitz cuando dice que “la guerra es la continuación de la política, sólo que por otros medios” podemos decir que “la condena a Israel es la continuidad de aquel silencio, sólo es otro medio de expresión de la judeofobia”.

Hoy tenemos que soportar ver largas “comparsas” de judeófobos expresando su odio antijudío a viva voz, ya no desde las páginas de un oscuro panfleto neonazi, sino en manifestaciones públicas en universidades, escuelas, plazas, calles, etc. Irreflexivas turbas conformadas por totalitarios de todo signo: irrecuperables neonazis (defensores del fascismo global), fanáticos integristas islámicos (defensores del imperialismo islámico) y termocéfalos “políticamente correctos” (defensores del socialismo global); desfilan en procesiones de una nueva “teología” repitiendo hasta el cansancio sus “Mantras”.

Nos referimos a los “Mantras” pues estas son frases del dogma religioso budista mediante las cuales, a fuerza de repetición, se logra alcanzar un “estado de conciencia superior” el “nirvana”; las consignas del “antisionismo” provocan un efecto “análogo” crean un estado de alienación, una situación de “virtualización del mundo real a través de la repetición de consignas”. Lo que ocurre finalmente es que, a fuerza de repetición de estas consignas infundadas, terminan por creer que su creencia son “hechos objetivos”, entrando en un espiral de alienación.

Los conceptos, las palabras que conforman el lenguaje asumen la función de representaciones sociales, son las que hacen posible el establecimiento de redes simbólicas de sentido y permiten establecer la comunicación entre los hombres. Su significado debe ser unívoco para evitar que el receptor entienda el discurso establecido por el emisor. Si utilizamos la lengua en forma arbitraria, vaciamos de sentido a los conceptos y transformamos el lenguaje en palabrería hueca, en retórica sin sentido y sin significación, banalizamos la lengua. Esto es lo que hoy están haciendo una gran parte de los críticos a Israel, al aplicarle conceptos a modo de calificativos utilizados perversamente (con la clara intención de demonizarlo), fuerzan el sentido de dichos conceptos desvirtuándolos, vaciándolos de contenido. Su intención es ligar indisolublemente Israel y el significado de dichos conceptos pero, objetivamente lo que terminan haciendo es demonizando a Israel y debilitando la fuerza conceptual de los conceptos que malemplean.

La fraseología de este lumpen antisemita se basa en una serie de lugares comunes con morfología “progresista” y aires de “corrección política” (a pesar de ser profundamente reaccionaria y delirante –alejada de los hechos históricos-). Sus vacías consignas son las que siguen:

• “Israel es una potencia colonialista”: Esta consigna se corresponde con otras situaciones históricas que poco tienen que ver con la historia de este conflicto. “Colonialismo” es un concepto que refiere a un régimen político-económico de explotación localizado históricamente entre finales del siglo XV y mediados del siglo XX y que consistió en la apropiación por parte de metrópolis –en su totalidad países europeos- de regiones ubicadas en otros continentes (América, Asia, África y Oceanía) para su explotación económica directa a través de un sistema de dominación político. Este no es el caso de lo que ocurre en Medio Oriente, allí confluyen dos pueblos que disputan un mismo espacio geográfico con el cual ambos tienen una ligazón histórica y afectiva. Tal vez la confusión se deriva de una tendencia a interpretar los acontecimientos con categorías analíticas pre-existentes que dan cuenta de una realidad que aparenta ser similar pero que es diferente. Potencias colonialistas son, por ejemplo, España que conserva la ocupación de las ciudades marroquíes de Ceuta y Melilla como enclaves coloniales ó la ocupación Inglesa de las Islas Malvinas, la cual se niega a abandonar. Esto ni siquiera es análogo a lo que ocurre entre Israel y los llamados Territorios Ocupados. Un fuerte indicador de la judeofobia imperante es que se llega al absurdo de que “profesores universitarios” ingleses firmen un manifiesto repudiando el “colonialismo” israelí mientras no repudian a su gobierno por la infame ocupación de las Islas Malvinas, o que el gobierno español con Rodríguez Zapatero y su canciller Moratinos condenen el “colonialismo” israelí mientras mantienen sus colonias en Ceuta y Melilla. Esto, podrá decir algún psicoanalista es una vulgar proyección (colocan en alguien más características negativas propias para criticarlas como si fuesen ajenas).

• “Israel es un estado de Apartheid”: Este mantra, también puede aparecer en su formato extremista y amarillista: “Israel hace limpieza étinica en Palestina”. Nuevamente aquí apreciamos otro ejemplo de transpolación mecánica de categorías que corresponden a determinadas relaciones sociales particulares y son aplicadas, forzando los hechos, a una realidad completamente diferente. El Apartheid fue un régimen impuesto por la minoría blanca sudafricana a su propia población negra y mayoritaria, este sistema consistió en un régimen de dominación racista basado en la segregación (la confinación de la población negra en barrios carenciados –bantustanes- mantenidos bajo estricta vigilancia y sometidos a un régimen represivo similar al terrorismo de estado de las dictaduras latinoamericanas, privados de todos derechos humanos, sociales y políticos). Quienes sostienen que Israel es un estado de Apartheid ignoran, deliberadamente, que alrededor del 25% de la población israelí no es judía y tiene amplia libertad de movimientos, iguales derechos políticos, etc., libertades y derechos que los negros sudafricanos ni soñaban. De hecho, en una encuesta realizada en diciembre de 2007 a ciudadanos israelíes acerca de la convivencia árabe-judía en Israel , el 94,3% de los árabes israelíes acuerda con la afirmación que en Israel existen igualdad de oportunidades para árabes y judíos (un 78,5% totalmente de acuerdo y un 15,8% algo de acuerdo). Mientras que el 76,9% de los ciudadanos árabes israelíes responden que prefieren vivir en Israel antes que en cualquier otro lugar del mundo (un 48,8% totalmente de acuerdo con esto y el 28,1% algo de acuerdo). ¿Alguien puede creer sinceramente que estas son opiniones de personas discriminadas?. Asimismo, en este sentido no vemos que se condene de igual forma a los muchos estados árabes en dónde los judíos tienen expresa prohibición de radicarse en caso de querer vivir allí: Arabia Saudita, Siria, Jordania, etc.

• “Israel es un estado racista”: Como en los casos anteriores, el uso de la categoría racista, por un lado denota una profunda ignorancia de lo que es el racismo, y por otro, al igual que el uso de la mayoría de los conceptos que se intentan utilizar como “arma política” en contra de Israel no modifican la verdadera esencia de lo que este estado es y hace, sino que banalizan las acciones de los verdaderos racistas. En principio, cuando se acusa a Israel de ser un estado “racista” debemos recordar que si bien el concepto de “raza” no es más que una categoría política que, para el género humano no se corresponde con una realidad biológica; si existen los racistas, y son quienes sostienen una “jerarquización” del género humano a partir de diferencias morfológicas y/o genotípicas; esto es, intentan dar una base “racional” a su abyección a determinado grupo humano intentando explicar su repulsión a partir de elementos pseudo-científicos extrapolados de la biología (el darwinismo social, básicamente). Quienes intentan aplicar esta categoría basan su “teoría” en el hecho de la autodefinición de Israel como estado judío, a pesar que en ningún momento este estado se define como exclusivamente o excluyentemente judío, además de las estadísticas que citamos en el punto anterior donde la mayoría de su población árabe acuerda con la afirmación que Israel es un estado donde tienen iguales oportunidades que los judíos.

• “Israel es un estado confesional”: Esta es una acusación que hallamos a menudo y que tiene su basamento en la autodefinición de Israel como estado judío y por la utilización de elementos identitarios ligados al judaísmo (la Estrella de David en la bandera, la propia bandera con el diseño asemejando un talit, la menorá de su escudo, su himno HaTikva, etc.) a pesar de su minoría poblacional que pertenece a otras confesiones (cristianos y musulmanes, principalmente). No vemos que se trate de la misma forma a los muchos países donde viven judíos y musulmanes y en cuyas banderas existe una cruz (denotando su identidad cristiana): Inglaterra, Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Suiza, etc. Tampoco lo apreciamos en aquellos países donde existe una minoría no musulmana (cristianos y judíos, principalmente) y en sus banderas ondea orgullosa la medialuna islámica: Turquía, Tunez, etc. Además tampoco se trata de la misma forma despectiva a otros países y grupos que no sólo se autodefinen como confesionales, sino que hablan abiertamente de su plan “misionero” de extensión de su fe al resto del orbe (¿acaso este no es un proyecto imperialista?). Me refiero a la República Islámica de Irán, a grupos terroristas como Al Qaeda, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) que enseña a sus niños los “derechos sagrados del Islam” sobre “Al-Andalus” –¿que opinarán los Rodriguez Zapatero, los Ceresolo, los Moratinos cuando los tengan encima de sí peleando contra la “ocupación española” de Madrid?- y el “Partido de Alá” (Hezbollah), además de los estados que aplican la Shari’ia (ley coránica) como su principal código jurídico (Arabia Saudí, Sudán, etc.). ¿Todos estos no son estados “confesionales”?. Ya ni siquiera vale la pena hablar del carácter profundamente laico de la democracia israelí, la cual durante sus primeros 29 años de vida fue gobernada continuamente por una coalición de izquierda.

El autor Jeff Jacoby resume este punto con una contundencia inimitable; dice Jacoby:

“Si los 55 países que componen la Organización de la Conferencia Islámica tienen derecho a ser reconocidos como estados musulmanes y los 22 países de la Liga Árabe son aceptados como estados árabes. ¿Cuál es la razón por la cual se niegan a reconocer a Israel como estado judío?...

La Constitución argentina promulga el apoyo gubernamental a la fe católica. La Reina Isabel II es ministro supremo de la

Iglesia de Inglaterra. En el reino himalayo de Bután, la constitución proclama al budismo ‘la herencia espiritual’ de la nación. Las familias reales danesa y noruega tienen que ser miembros, respectivamente, de la Iglesia de Dinamarca y de la Iglesia de Noruega. ‘La religión imperante en Grecia’, proclama la sección II de la constitución de Grecia, ‘es la de la Iglesia Ortodoxa Oriental de Cristo’…

De hecho, en ninguna otra región del planeta los países vinculan su carácter nacional a una religión concreta de forma tan rutinaria como en el Oriente Medio musulmán. La bandera de Arabia Saudí muestra la Shahada –la declaración islámica de fe- en escritura blanca árabe sobre fondo verde; en la bandera iraní, la fórmula islámica “Alahu Ajbar” (“Alá es grande”) aparece 22 veces. Y después está la propia Autoridad Palestina de Erekat, cuya Ley Básica dicta en el artículo 4 que “El Islam es la religión oficial de Palestina” y que los “principios de la Sharía islámica serán la fuente principal de legislación”.

Claro que todo esto no importa, el único estado que “merece” ser “condenado” por “ser” un estado “confesional” es Israel. A pesar que este no se rige por la Halajá (la ley religiosa) sino por la ley civil. Por el contrario la casi totalidad de los regímenes islámicos se rigen por la Sharía (ley coránica) pero a pesar de ello no se los condena por ser confesionales.

Adicionalmente, la ley israelí garantiza explícitamente iguales derechos a todos los ciudadanos independientemente de su religión, etnia u otra herencia. También se ignora que la mayoría de la población israelí es judía (según datos de 2005 el 76,1% es judía, 16,2% musulmana, 2,1% cristiana, 1,6% drusa y 3,9% sin clasificar) y entre ellos (según datos de 2006) la mayoría es secular 44%, (sólo el 65% cree en D’os) y un escaso 34% afirma poseer algún grado de religiosidad

Tabla 1 - Autodefinición del Grado de Religiosidad de los judíos israelíes (2006)

En %

Haredim (Ultraortodoxos) 10

Religiosos 10

Religiosos Tradicionalistas 14

No Religiosos Tradicionalistas 22

Hilonim (Seculares) 44

• “Israel asesina civiles”: En toda guerra mueren civiles, es inevitable, pero cuando se toma el conflicto en Medio Oriente en estadísticas comparadas, uno puede apreciar el flagrante trato discriminatorio que recibe Israel al ser acusado de asesinar civiles deliberadamente. Debemos recordar aquí que según las Convenciones de Ginebra quien utiliza población civil como escudo para atacar a un enemigo (como estilan hacer los terroristas palestinos y libaneses) comete un crimen de guerra pues transforma de inmediato a esos civiles en un blanco militar legítimo. Por otro lado, según el Corán, quien muere a manos del enemigo en la “senda de Alá” (durante una Jihad) se hace merecedor de un lugar junto a Alá en el Paraíso. Los conceptos de vida y muerte son muy diferentes en occidente y en el mundo islámico, esto lo saben los islamistas quienes utilizan a sus muertos sin miramientos para hacer propaganda y ganar adeptos en occidente. De todas maneras cuando comparamos los civiles muertos en ambos bandos (en cifras relativas) vemos que la cosa es muy diferente a como la pintan.

Citaremos los datos de una organización israelí defensora de los derechos humanos en los territorios ocupados, organización sumamente crítica a la “ocupación” israelí de los territorios.

Tabla 2 . Víctimas del conflicto palestino-israelí desde la Segunda Intifada (29/9/2000 al 30/11/2008)

Palestinos Israelíes

Combatientes Muertos 1981 43,1% 335 31,5%

Civiles Muertos 2613 56,9% 727 68,5%

Total de Muertos 4594 100% 1062

Se aprecia en el cuadro de arriba que en uno y otro bando predominan las muertes de civiles, pero se ve que en el lado israelí muere casi un 10% más de civiles que en el lado palestino. Esto se debe a una deliberada política de atacar población civil enemiga y esconderse entre la población civil propia para generar “mártires” como viene denunciando Israel que estilan hacer Hamas y Hezbollah.

• “Israel es un estado genocida”: Este es uno de los mantras favoritos del “progresismo” reaccionario contemporáneo. Tiene varias formas en las cuales puede hacerse presente, a saber: “Israel es un estado terrorista”, “Israel está haciendo un Holocausto en Palestina”, etc. Dado que luego del Holocausto judío, la Organización de Naciones Unidas (a pesar de que las naciones que la integraban abandonaron a los judíos europeos) condenó expresamente al genocidio como un delito cometido contra un pueblo. Y a pesar que existe una intención clara de “destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal” , y que esto bajo ningún concepto puede ser aplicado a la situación en Medio Oriente (al menos no a Israel ya que existen múltiples llamados a la destrucción de los judíos, el sionismo e Israel tanto por líderes del mundo islámico como de la izquierda radical); hacerlo es desvirtuar la realidad, y, una vez más banalizar un concepto que era útil para describir una situación histórica y ahora por su uso banal ha perdido su fuerza conceptual. Adicionalmente hoy hallamos cientos de declaraciones que hablan de una realidad virtual en la cual Israel sería el mayor criminal de la historia, sus acciones criminales no tienen parangón, y otra interminable retahíla de lugares comunes similares, cuando hacemos una pequeña comparación de los “crímenes” israelíes hallamos lo siguiente:

Desde la creación del estado de Israel la cantidad total de árabes “asesinados” por este estado (suponiendo que ninguno de estos árabes murió en las guerras por ellos provocadas –como la invasión a Israel de 1948-, que ninguno de ellos cayó con armas en la mano intentado infiltrarse a Israel para asesinar civiles en atentados, que ninguno de ellos se “inmoló” “suicidándose” (¿en que quedamos se inmoló o se suicidó?) entre civiles judíos, etc.) aún si todos los muertos desde 1948 hasta 2008 hubiesen sido “carmelitas descalzas”, la cantidad total de árabes (libaneses, sirios, jordanos, egipcios, sudaneses y palestinos) “asesinados” por Israel asciende entre 40.000 (según los más proisraelíes) y 59.000 árabes (según los más proárabes), mientras que en el mismo período cayeron asesinados por árabes entre 22.000 (según los más proisraelíes) y 11.000 árabes (según los más proárabes) . Estos datos no resisten el menor contraste con los guarismos de genocidios reales como la Shoah 6.000.000 de víctimas, Camboya 2.000.000, Armenia 1.500.000 o Darfur 1.000.000.

• “Israel ocupa Palestina”: Este es uno de los mantras más surrealistas de todas las sandeces históricas que emplean. Poco les importa que nunca en la historia haya existido una nación Palestina (de hecho hoy existe y por ende el pueblo palestino se ha tornado material, un pueblo que reivindica esos territorios y que tiene derecho a tener su estado por su mera existencia pero cuya identidad posee apenas medio siglo); de hecho los territorios hoy reivindicados por los palestinos para construir su estado (la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalem Oriental) desde el 15/5/1948 y hasta el 5/7/1967 no estuvieron en manos israelíes, sino que la Franja de Gaza era “ocupada” por Egipto (un país árabe), mientras Cisjordania y Jerusalem Oriental estaban “ocupadas” por Jordania (otro país árabe); lo curioso es que durante los 19 años que duró la ocupación árabe de Palestina, no hubo “resistencia” a dicha ocupación. Tampoco se cuestionan por qué el 15/5/1948, como lo había acordado la ONU, no se creó el estado árabe junto al judío, sino que, al contrario, en una clara violación a la resolución de la ONU, ejércitos de cinco naciones árabes invadieron el territorio del ex-Mandato Británico con la intención, no de construir un estado árabe (el cual hasta hoy es claro que no tienen intenciones de construir pues eso implicaría asumir obligaciones que no están dispuestos a asumir –el compromiso de la paz, por ejemplo-) sino de destruir al naciente estado judío.

Quienes utilizan el concepto “Palestina” ignoran que el mismo data de alrededor del 135 de la Era Común cuando la rebelión de Bar Kojba fue derrotada (y la última resistencia a los romanos fue aplastada en Masada), los romanos generaron una masacre, historiadores calculan que fue asesinada entre el 80 y el 90% del millón de pobladores del Reino de Judea (nótese que el gentilicio judío se deriva de allí), el 10 o 20% sobreviviente, una parte continuó allí, y otra parte considerable fue esclavizada y dispersada por todo el Imperio Romano. Allí fue cuando los romanos, como solían hacer con sus pueblos enemigos, para intentar borrar la memoria judía y evitar futuras rebeliones, cambiaron el nombre de Jerusalem por Aelia Capitolina y el de Reino de Judea por Palestina, retomando la memoria de los Filisteos, un pueblo enemigo del pueblo judío que aparece en la biblia y que fuera destruido como tantos otros pueblos enemigos del pueblo elegido. Ya en el siglo XIX se retoma este nombre dado por los romanos con la intención de negarle derechos sobre estas tierras al naciente movimiento nacionalista judío: el Sionismo.

• “Los palestinos tienen derecho a lanzar cohetes desde la Franja de Gaza sobre Israel porque luchan contra la ocupación”: Ya ni hablemos que el empleo de “cohetes artesanales” como los empleados por los árabes palestinos están prohibidos por las Convenciones de Ginebra, justamente porque por su grado de imprecisión pueden dañar civiles aún sin tener intención de ello (lo cual, claramente no es el caso de las organizaciones criminales palestinas), necesariamente debemos preguntarnos si Israel estuvo “ocupando” la Franja de Gaza desde el 5/7/1967 hasta el 15/8/2005 ¿de qué ocupación hablan con posterioridad a esa fecha de 2005?, además cuál es el motivo por el que hasta el 4/7/1967 y desde el 16/8/2005 lejos de enfocarse en la construcción de las indispensables condiciones de vida para su pueblo y en comenzar los diálogos para tener paz y real independencia (madurar como pueblo y no vivir más de la dádiva internacional, de la electricidad, el gas, el agua, los tratamientos sanitarios en hospitales, etc., que le brinda gratis su “enemigo”), la dirigencia palestina se dedicó a transformar Gaza en una plataforma de lanzamiento de ataques terroristas contra Israel.

• “La lucha de los palestinos es contra la ocupación israelí”: Este es un argumento confuso, sobre todo para aquellos que acuerdan con la tesis de “Dos Estados para Dos Pueblos”, porque, en primer lugar si Israel ocupó los territorios en disputa el 5/7/1967, entonces ¿por qué la OLP, que afirma luchar contra dicha ocupación se fundó en 1964?; la respuesta la dan los propios estatutos de la OLP, desmintiendo que su objetivo sea la llamada ocupación: “Palestina, con las fronteras que tenía durante en Mandato Británico, es una unidad territorial indivisible.” … “Tenemos como objetivo) La completa liberación de Palestina, y la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural del Sionismo.” … “(Tenemos como objetivo) Establecer un Estado democrático e independiente con total soberanía en toda la tierra palestina, con Jerusalén como su capital, protegiendo los derechos legales e igualitarios contra cualquier discriminación racial o religiosa.” … “(La) lucha armada es una estrategia y no una táctica, y la revolución armada del pueblo árabe-palestino es un factor decisivo en la lucha de liberación y extirpación de la existencia sionista, y esta lucha no cesará a menos que el estado sionista sea demolido y Palestina sea completamente liberada.” Y que decir del “Movimiento de Resistencia Islámico” (Hamas) en cuyo programa político quedan claramente expresadas las intenciones de estos “resistentes”: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo borre, tal y como él antes borró a otros.” Y también: “La Tierra de Palestina es un Waqf Islámico (posesión sagrada del Islam) consagrada para futuras generaciones musulmanas hasta el día del Juicio Final. Nadie puede renunciar o abandonar a ninguna porción de ella.”

• “Los palestinos tiene derecho a la autodeterminación nacional”: Si bien este es un derecho justo e inalienable (a pesar de lo reciente de la identidad palestina), los defensores de este derecho lo transforman en mantra cuando sostienen (públicamente o en privado), (explícita o implícitamente) que este derecho a la autodeterminación nacional pasa por una paralela negación del mismo derecho al pueblo judío, lo cual desvirtúa la defensa del derecho palestino trocando dicha defensa en una mera situación discriminatoria antisemita. Otra de las insensateces que se suelen escuchar de boca de los “defensores” del derecho a la autodeterminación palestina es que ellos defienden el derecho a la autodeterminación nacional de los palestinos pero lo someten a condiciones. Para todos ellos la solución pasa por la creación de un “estado binacional”, o en el caso de los extremistas radicales de izquierda pasa por el exterminio judío y la creación de un nuevo estado árabe (destruir el único estado judío para construir el estado árabe número 23), lo peor es que lo dicen abiertamente como en el ejemplo que sigue el Partido Obrero de Argentina (un partido trotskista): “...el Partido Obrero...nunca abandonó el punto de vista de la incompatibilidad de la autodeterminación nacional palestina con la existencia del Estado sionista... En ningún momento... el PO formuló algún planteo que no fuera consistente con el objetivo estratégico de la destrucción del Estado de Israel y del establecimiento de un Estado palestino único, laico y democrático.” Entonces, claramente, no están a favor de la autodeterminación de los pueblos sino en contra del estado judío en una burda expresión de antisemitismo rampante.

• “Israel es un país expansionista”: Sostener esto es desconocer que Israel es el único país del mundo que conquistó territorios y que luego entregó a cambio de tratados de paz (o cómo gesto de paz), y no lo hizo una sola vez, sino, al menos en tres oportunidades. Es de destacar el gesto de Israel, pues, como dijo el analista internacional Julián Schvindlerman en su libro “Tierras por paz, Tierras por guerra”, este estado cambió un bien material, tangible, las tierras conquistadas, por un bien inmaterial, intangible, la promesa de paz. Esto Israel lo hizo con Egipto en la Península de Suez, conquistada en la Guerra de los Seis Días, en 1967 y devuelta luego de los tratados de paz de 1978. Además, como parte de los Acuerdos de Oslo, de 1995 se retiró de la mayor parte de los territorios reclamados por los palestinos, los cuales se transformaron en plataformas de ataque contra Israel, a pesar de eso Israel no los volvió a ocupar militarmente hasta que Arafat decidió romper el Acuerdo de Oslo y lanzar la Segunda Intifada en 2000. Mientras que como muestra de buena voluntad se retiró del sur del Líbano en 2000, la respuesta a este gesto fue la agresión de Hezbollah que condujo a la Guerra de mediados de 2006. Asimismo, Israel se retiró de la Franja de Gaza a mediados de agosto de 2005, la respuesta a este gesto de buena voluntad fue el incremento de los ataques misilísticos y de los bombardeos con mortero que, finalmente, condujeron a una mini-operación israelí luego del secuestro y desaparición del Sargento Gilad Shalit (capturado en territorio israelí y arrastrado hacia Gaza) a mediados de 2006 y luego a la actual operación sobre la Franja de Gaza (¿si la intención de Israel es el “genocidio palestino” por qué atacar sólo a los palestinos de Gaza y no también a los de Cisjordania?).

• “Israel es una potencia agresiva y belicista”: Israel es un estado que no ha tenido un solo día de paz en sus 60 años de existencia, no por vocación sino por hallarse bajo la permanente amenaza de extinción por parte de sus vecinos. Cada guerra en las que se vio involucrado fue una respuesta israelí a las permanentes infiltraciones, agresiones y ataques terroristas provenientes de los territorios de sus vecinos árabes (Egipto, Jordania, Siria y El Líbano) y en cuanto pudo Israel propuso acuerdos de paz, los cuales fueron sistemáticamente rechazados por el mundo islámico. Además, para “comprobar la vocación belicista” de Israel fueron los propios palestinos los que violaron metódicamente cada tregua acordada con Israel. Fueron los palestinos quienes incumplieron constantemente el compromiso firmado en Oslo de igual manera, en el período desde el compromiso previo al acuerdo de Oslo, los palestinos cometieron atentados en Israel generando 241 muertos -dos tercios de ellos civiles- (a pesar de hallarse en una tregua negociando la paz), de igual forma, violaron la tregua acordada en Sharm el Sheij en 2005 (cometiendo 1736 atentados terroristas en los 9 meses de vigencia de esta tregua, asesinando a 21 personas e hiriendo a otras 225 ) y finalmente, la tregua de 2008 fue sistemáticamente violadas produciéndose 362 ataques con misiles y bombas de mortero lanzados desde Gaza sobre territorio israelí. Cuando Israel respondió militarmente a estas violaciones palestinas previas, la propaganda propalestina (ocultando cuidadosamente las agresiones originales) presentaron estas acciones, no como defensivas sino como ofensivas.

• “Israel es un estado Nazi”: Esta afirmación que es uno de los principales caballitos de batalla de la propaganda antisemita “políticamente correcta”, en manifestaciones “antiglobalización” es ya, un “clásico”. Esos carteles presentan una ecuación donde se iguala al judaísmo (no a Israel) representado por su símbolo universalmente reconocido: la Estrella de David con el nazismo también representado por su símbolo más característico: la esvástica (ecuación como la siguiente = ). Esta igualación es uno de los absurdos mayores en los que incurren sus detractores. Esta frase y sus múltiples variantes son una contradicción lógica, un real dislate. Si lo específico del nazismo, tal como lo reconocen los propios nazis en sus declaraciones, es su “antisemitismo biológico” ¿Cómo es posible ser judío y nazi al mismo tiempo?; esta afirmación es el delirante fruto de la ignorancia y del odio más irracional, sería análogo a acusar al estado Armenio por defenderse de la agresión de su vecino Azerbaijian de ser un “estado turco”, un verdadero disparate que a nadie se le ocurriría. Pero tratándose del estado judío este delirio no solo es factible, sino que hasta lo plantean “seriamente”, lo “justifican” y lo “fundamentan”. Planteos de este tenor: “Ramallah es Auschwitz”, “La Franja de Gaza es el Ghetto de Varsovia”, la valla de seguridad antiterrorista “es el Muro de Ghetto de Varsovia”, “El Ejército de Defensa de Israel es las SS”; etc.; el objetivo de estas antifácticas acusaciones es la deslegitimación de Israel, pero, nuevamente lo único que logran es, a los ojos de quienes no saben lo que fue el nazismo es la banalización de éste. Supongamos que alguien sometido a este bombardeo propagandístico no tiene ni remota idea de lo que fue el nazismo y tiene que hacerse una idea de lo que fue a través de las analogías con las que cotidianamente se enfrenta. Terminará pensando que lo que ocurrió durante el Holocausto judío fue que los judíos vivían en territorios autónomos, donde una parte de ellos vivía en barrios carenciados (similares a nuestras sudamericanas Villas Miserias, Callampas, Cantegriles, Favelas, etc.) en condiciones de hacinamiento, “gobernados” por bandas armadas de fanáticos religiosos que, escondidos entre civiles desarmados, incitaban a la destrucción de Alemania lanzando ataques sistemáticos sobre ciudades indefensas e infiltrando terroristas “suicidas” con el objetivo poco disimulado de atacar civiles en centros urbanos. ¿Qué tiene que ver esto con la construcción de un sistema industrial planificado y destinado al exterminio sistemático de un pueblo entero?

Ni siquiera es válida la comparación entre la situación de los territorios palestinos con el Ghetto de Varsovia, comparación a la que es tan afecta la “intelectualidad políticamente correcta”. En el Ghetto de Varsovia se apiñó a casi medio millón (alrededor del 40% de la población varsoviana) de judíos en apenas unas manzanas, abandonándolos a su suerte sin alimentos y sin condiciones sanitarias. El resultado fue una tasa de mortandad de cerca de 500 personas por día, los cerca de 50.000 judíos que al 19/4/1943 no habían muerto por las terribles condiciones de vida y que no habían sido deportados al campo de exterminio de Treblinka se alzaron en armas contra los nazis luchando ferozmente hasta su completo aniquilamiento. En agosto de 1943 (tres años después de la creación del Ghetto en agosto de 1940, la población judía de Varsovia había sido exterminada). Hablamos de una tasa de crecimiento poblacional negativa del -20% anual (esto es un 20% menos de población cada año con relación al año anterior)

Lejos está la situación descripta arriba de ser representativa de la que se vive en Gaza, allí la población no muere sino que por el contrario se multiplica a razón de 7 hijos –en promedio- por familia. Incluyo aquí unas gráficas que ilustrarán este punto. Aquí podemos apreciar en el primer gráfico que, por efecto de las políticas genocidas nazis, la población judía del mundo se redujo a razón de 1.000.000 de almas por año durante los 6 años de duración de la guerra (en realidad la Shoah específicamente dicha se prolongó desde mediados de 1941 hasta principios de 1945, esto es el grueso de los judíos europeos fue asesinado en tres años y medio), en el segundo gráfico se observa que el “genocidio palestino” a manos de los “nazis Israelíes” consiste en la triplicación de la población en 35 años, esto es una tasa de crecimiento del 8,6% anual (casi 70.000 personas más cada año)

Nuevamente ¿comparar estos datos es válido, justo y legítimo? o no es nada más que un descomunal disparate a los que nos tiene acostumbrados este evidentemente reaccionario y cada vez más innegablemente antisemita “progresismo políticamente correcto”.

• “Israel construye un muro de Ghetto”: Este mantra es un derivado particular del punto anterior que tiene diferentes versiones cuyo sentido es el mismo, la idea es que los palestinos sufren su desplazamiento y encierro al igual que la población judía europea en los Ghettos nazis. La idea, nuevamente, es crear la sensación que Israel está implementando una política sistemática de exterminio de los palestinos, cosa que, como mostramos en el punto anterior, está muy lejos de los acontecimientos históricos. Los Ghettos europeos formaron parte importante del sistema nazi de exterminio. La Ghettoización fue una técnica cuidadosamente planificada en principio como medio de reunión y lugar de encierro al mismo tiempo, pero no de encierro disciplinario en los términos foucaultianos clásicos, sino como ámbito de hacinamiento pensado para diezmar intencionalmente a su población. Tenían una extensión de unos pocos kilómetros cuadrados (apenas unas treinta o cuarenta manzanas) donde se apiñaban miles de judíos y estaban rodeados de altos y sólidos muros. No es el caso del llamado “muro” (en realidad es un cerco de alambre tejido en el 97% de su trazado). Este cerco fue construido con la declarada intención de detener a los terroristas que diariamente se infiltraban en Israel para atentar contra su población civil, y realmente fue efectivo ya que en donde se terminó su trazado se redujeron sustancialmente los atentados. Además, los Ghettos fueron construidos para segregar a la población judía europea, la cual fue desplazada por la fuerza y expulsada tras los muros; este no es el caso del cerco antiterrorista ya que de uno y otro lado de dicho cerco hay población árabe (de un lado palestina y de otro israelí). Además, el “muro” tiene pasos aproximadamente cada tres kilómetros. Por otro lado, fortaleciendo el sentido discriminatorio antiisraelí, existen otros “muros” en el mundo cuya función no es la de proteger vidas sino la de segregar poblaciones y a los cuales nadie denuncia (Muro entre EE.UU. y México; Muro entre Ceuta y Melilla, por un lado, y Marruecos por el otro; etc.)

• “Israel ‘usa’ políticamente al Holocausto en beneficio propio”: Este es un mantra que oímos en repetidas veces y que, si bien reconoce la criminalidad del nazismo, y el monstruoso crimen contra los judíos acusa a Israel de “victimizarse” y “abusar de la memoria de los muertos”. Es al menos curioso que quienes sostienen este enunciado, no tienen, al menos públicamente, la misma actitud de condena hacia aquellos que, como vimos en el punto anterior son quienes realmente hacen un uso político del Holocausto, sin importarles su banalización, con tal de demonizar con argumentos falaces y carentes de sentido a Israel. Tampoco tienen una abierta y activa actitud de condena hacia el uso político y la negación del propio Holocausto que intentan hacer los negacionistas. Esta evidente actitud discriminatoria de condenar el supuesto “uso político” que haría Israel del genocidio pero vergonzosamente calla el real abuso político que hacen los banalistas que criticáramos más arriba.

• “Israel es la avanzada imperialista en Medio Oriente”: Otro absurdo desde el punto de vista conceptual. Si entendemos por imperialismo lo que realmente significa nos estamos refiriendo a un sistema de explotación económica que no implica la ocupación militar sino la autonomía relativa del régimen político y la dependencia económica, un sistema de intercambio económico desigual que implica la explotación directa o indirecta de una economía dependiente por parte de una economía imperial. Quienes afirman la existencia de una política imperialista por parte de Israel deberían aclarar ¿cuáles son las inversiones económicas de Israel en palestina? ¿Cómo es la balanza comercial entre ambos países? ¿Cuáles son los recursos naturales, materiales y económicos palestinos que Israel explota/usufructúa indebidamente? ¿Produce algo palestina? (además de misiles “artesanales” y hombres bomba).

• “Israel hace a los palestinos lo que otros le hicieron a los judíos”: Este es otro de los slogans preferidos de los antisionistas. Su eje pivotea alrededor de la idea de que justo los judíos con la tremenda historia de persecución y muerte que ha sufrido, hoy se coloca en el lugar de sus perseguidores y reproduce el horror sobre los palestinos; Alain Finkielkraut resume en una brillante cita cual es el mecanismo que sustenta ideológicamente a la judeofobia contemporánea, particularmente le da plafón a este mantra:

“El antisemitismo deshonrado por Hitler era el odio hacia un pueblo acusado de ser presumido, materialista y codicioso y de vulnerar los grandes valores de las naciones. Era sobretodo un antisemitismo “de competencia” ya que los judíos eran acusados a menudo de ocupar el lugar de los franceses, de instalarse en Francia como parásitos. Este antisemitismo no ha sido rehabilitado, ni bien asoma la punta de la nariz, es inmediatamente condenado por el conjunto de la sociedad. Pero lo que sí detecto es el surgimiento de un antisemitismo “de compasión” compasión hacia esas víctimas que son los palestinos. Este sentimiento se expresa muchas veces bajo la forma de una “judaización” de los palestinos, percibidos como los judíos de hoy. Hoy los judíos son condenados al ostracismo, no en tanto judíos sino en tanto nazis. No por ser considerados miembros de una raza inferior, sino porque son vistos como racistas.”

Lo que no alcanzan a comprender algunos críticos “bienintencionados” es que este momento histórico la “trágica historia” de persecuciones del pueblo judío asume la forma de una injusta acusación de ser “victimarios” por defenderse durante 60 años de organizaciones político-militares (Fatah, Hamas, Jihad Islámica, Hezbollah, etc.) y estados-nación (Siria, Irán, etc.) que desconocen su existencia real y simbólica y expresan abiertamente su deseo de aniquilamiento como se puede apreciar de la simple lectura de las declaraciones de sus líderes.

Se podría decir que hoy la propaganda antisemita hace a la imagen de Israel, del sionismo y de los judíos el mismo daño que la propaganda antisemita clásica hizo a la imagen (y la seguridad) de los judíos los pasados 2.000 años, incluyendo la enorme amenaza que provocara en la integridad física la propaganda nazi previa al exterminio judío.

La tragedia que sufre el pueblo judío hoy en día es que es acusado y perseguido por defenderse de las permanentes agresiones. Golda Meir resumió la angustia que siente el judío israelí hoy en día, ella dijo: “Podremos perdonarle a nuestros enemigos que asesinen a nuestros hijos, lo que no podremos perdonarles es que obliguen a nuestros hijos a matar a los suyos”. Esto resume la situación de los israelíes, los permanentes ataques sobre su población, obliga a que sus hijos, a pesar suyo, tengan que defenderse matando personas. Esta es la tragedia, que coloquen a los jóvenes israelíes en la obligación de tener que matar en defensa propia, matar para vivir.

• “Israel es un estado artificialmente creado, financiado y sostenido por el imperialismo”: Este es otro axioma vacío. Si analizamos la historia de cualquiera de los estados históricamente existentes en cualquier época y lugar del mundo, veremos que la fuente de legitimación de todos y cada uno es un hecho de violencia, no existe tal cosa como un estado “natural”. Por otro lado, es Israel más “artificialmente creado por el imperialismo” que Panamá, Siria, El Líbano o Kuwait (entre muchos otros ejemplos históricos). Asimismo, ¿acaso Egipto, Siria, Irak, etc. No fueron apoyados, armados y financiados por la ex-URSS? ¿Acaso no hay otros estados hoy en día que son armados y sostenidos por otros estados? ¿Acaso Irán y Siria no son quienes arman y financian a grupos terroristas que gobiernan en la Autoridad Palestina (Hamas) y El Líbano (Hezbollah)? ¿Acaso no fueron los británicos quienes armaron y entrenaron a la Legión Árabe jordana, que fue la responsable de la primer guerra en Israel al iniciar una invasión con la declarada intención de aniquilar a este estado? ¿Acaso el Reino Unido no era una potencia imperialista? Y que hablar de la responsabilidad de otros imperialismos en la creación, financiamiento y entrenamiento de los enemigos de Israel (como la responsabilidad francesa en la revolución iraní). Y ni hablar de los millones de dólares entregados por la Unión Europea y los EE.UU. a los palestinos en concepto de ayuda humanitaria (un equivalente per cápita del doble de lo recibido por los europeos en el Plan Marshall), fondos que fueron desviados a la compra de armas y a cuentas personales.

• “La respuesta israelí a las agresiones es desproporcionada”: Este mantra, si bien reconoce que Israel es víctima de ataques, y que tiene derecho a la autodefensa, descalifica el tipo y carácter de las acciones de defensa de Israel. ¿Existe tal cosa como una respuesta proporcional a las agresiones?, ¿Debería entonces Israel, en lugar de lanzar operaciones militares contra los territorios desde los cuales es agredida responder con los mismos métodos? ¿Sería justo y proporcionado para Israel cometer atentados con bombas contra restaurantes, shoppings, ómnibus, cines, teatros, bares, pizzerías, discotecas, hoteles, en la vía pública, etc. en la Franja de Gaza y Cisjordania como hacen los palestinos en Israel?; ¿o tal vez sería proporcionado lanzar más de 8.000 misiles desde zonas residenciales como Sderot, Ashkelon y otras localidades del sur de Israel sobre las ciudades palestinas de Gaza?. En otro orden de cosas, cuando los palestinos reclaman la libertad de 2.000 asesinos condenados a cambio de entregar los cadáveres de dos soldados israelíes capturados con vida nadie se queja de tamaña desproporción. En otro orden de cosas, durante 2008 hubo 24 importantes conflictos armados, los islamistas se vieron involucrados en 16 de ellos (dos de cada tres). Si pensamos que las víctimas totales de ambos bandos en el conflicto árabe-israelí son alrededor de 70.000 muertos en 60 años y contrastando este dato con las estadísticas de los muertos a manos del integrismo islámico en atentados por todo el mundo hallamos que los islamistas, entre el 11/9/2001 y el 17/1/2009 cometieron 12.605 atentados terroristas, asesinando a más de 75.000 personas e hiriendo gravemente a otras más de 110.000 (aquí no tenemos en cuenta las víctimas de conflictos armados, sólo computamos víctimas de atentados). Volvemos a preguntarnos ¿Es justo acusar a Israel de desproporcionado?. Para tener una referencia más global de lo desproporcionado del injusto trato que recibe Israel, haremos unas comparaciones:

1. Los islamistas, cada año, matan más personas que las muertas por la Inquisición Española durante 350 años.

2. Terroristas islámicos matan más gente cada día que el Ku Klux Klan durante los últimos 50 años.

3. Terroristas islámicos el 11/9/2001 en dos horas asesinaron a más personas que los muertos en 36 años de conflicto sectario en Irlanda del Norte.

4. 19 terroristas islámicos el 11/9/2001 en dos horas asesinaron a más personas que las víctimas muertas por todos los criminales ejecutados en EE.UU. en los últimos 65 años.

• “Israel no es un estado judío”: Una derivación de este mantra es el proverbio “Sionismo y judaísmo no tienen nada que ver”. Este planteo es absurdo, quien conoce lo mínimo indispensable de la historia europea sabrá que el sionismo es un movimiento político nacionalista, tributario e integrante del nacionalismo europeo decimonónico, y quien conozca la historia del pueblo judío, sabe que existe un lazo inescindible entre judaísmo y la tierra de Israel; además de existir innumerables pruebas de la presencia milenaria de judíos en esa tierra, existen múltiples apelaciones a ella en la liturgia y en las obras sagradas. Y no sólo eso, si entendemos al judaísmo en términos de las ciencias sociales, si un grupo de personas se reúne alrededor de ciertos rituales y asume vincularmente cierta identidad ¿pueden quienes son ajenos a dicha relación negarle ese carácter?. Por oposición, a pesar de no haber existido nunca en la historia un estado palestino, hoy hay un grupo de personas que reclaman dicha identidad, tiene derecho Israel de negar esa identidad y su derecho a la autodeterminación. ¿No es justa la exigencia de reciprocidad en el reconocimiento?.

En realidad, sus incalificables y evidentes intentos por demonizar al estado de Israel mediante el uso abusivo de categorías sociales y políticas, lejos de pintar la realidad del conflicto de Medio Oriente lo que logra es banalizar a los verdaderos regímenes criminales, por lo tanto son funcionales a ellos; objetivamente terminan siendo los calumniadores de Israel quienes cometen el imperdonable abuso de “suavizar” los crímenes de los peores asesinos de la historia.

Pero como el antisionismo es la forma particular de expresión de la judeofobia en la época actual no se le puede pedir coherencia, ya que una de las características de la judeofobia es, precisamente su carácter incoherente y contradictorio.

El antisemitismo clásico justificaba su odio irracional acusando, al mismo tiempo, a los judíos de ser responsables tanto del comunismo como del capitalismo, lo acusaba de asimilarse y de marginarse, etc. De igual modo, el antisionismo por un lado alega que “no existe relación alguna entre sionismo (Israel) y judaísmo”; mientras que por el otro afirma que “Israel es un estado teocrático y confesional” atacando sinagogas y edificios comunitarios de la colectividad judía local pintando consignas tales como “judíos asesinos fuera de Palestina”. Esta “confusión” se derivaría de la incomprensión de la relación entre judaísmo como identidad cultural y judaísmo como identidad religiosa; identidades complementarias pero que no son necesariamente coexistentes (de allí la existencia de judíos ateos o agnósticos). Esto es lo que diferencia a Israel de las teocracias islamistas en dónde la identidad nacional está subordinada a la religiosa. En los países definidos como musulmanes, la ley suprema es la Sharia (la ley coránica), en cambio, en Israel la Halajá, si bien es importante, no ocupa el lugar de ley suprema (si así fuera no existiría, por ejemplo la posibilidad de violar la santidad del Shabat).

Quienes defienden estos mitos antiisraelíes argumentan que “los sionistas” los acusan de antisemitas por criticar a Israel. Pero el hecho objetivo es que son judeófobos, no por criticar a Israel sino por hacerlo exclusivamente con Israel, exigiéndole a este estado una moralidad que no se le exige a otros; asimismo por, como hemos mostrado en este artículo, desvirtuar y banalizar conceptos sin miramientos en su frenética y visceral negación del mismo, llegando, incluso a exigir la eliminación de este estado. Les parece “coherente” y “justa” la crítica radical del estado judío hasta el punto de exigir (y militar por) su exterminio, pero rechazan la denuncia de su contenido racista y, para reforzar su judeofobia militante acusan de islamófobo a quienes critican la situación de carencia de democracia y la cotidiana violación de los derechos de las minorías (sexuales, religiosas, étnicas, etc.) que se produce en el seno del mundo islámico (aun a pesar de que los críticos de las teocracias islámicas no llegan al punto de exigir la destrucción de los estados musulmanes, punto al que, como vimos ellos adhieren sin miramientos tratándose del estado judío).

Es evidente que la judeofobia, desde la Shoah genera vergüenza, es por ello que los judeófobos contemporáneos “necesitan” construir una imagen deformada y monstruosa de Israel para poder ejercer su odio desembozadamente “sin culpa”. Ese Israel monstruoso (que se asemeja más a los “gigantes” del quijote que a los molinos de viento) es fruto de una operación mental. Lo que le pasa al judeófobo con Israel es lo que le pasaba al antisemita con “El Judío”, inconscientemente le asigna el lugar del “mal radical” y en él proyecta todo lo que considera abominable de sí mismo, todo lo que lo avergüenza y todo lo que odia o teme de sí mismo o de sus seres queridos, de esta manera construye un “fantasma especular” al cual puede criticar sin el “riesgo” para la “integridad psicológica" que implica la autocrítica pero con el costo de construir una “realidad alternativa” a la verdad histórica. Es así como los europeos, con su historia de colonialismo, imperialismo, fascismo y colaboracionismo con los nazis hoy cometen la delirante incoherencia de condenar sin bases materiales a Israel como colonialista, imperialista, estado terrorista o nazi, mientras en algunos casos como ya hemos visto cuando criticamos la “acusación” de colonialista contra Israel, callan acerca de los enclaves coloniales que aun sostienen (Ceuta y Melilla en el caso de España, ó las Islas Malvinas ó Gibraltar en el caso del Reino Unido).

Pero todo esto tiene su “costo”, su inconsciente termina por traicionarlos, hace pocos días atrás en el fragor del conflicto contra Hamas, el periódico Aurora (único periódico israelí que se publica en castellano) me publicó un artículo sobre la guerra “silenciosa” (en realidad silenciada por los medios occidentales) de Hamas contra Israel disparando misiles Qassamim sobre territorio israelí. En el sitio de este periódico en Internet alguien, anónimamente, por supuesto me acusó de mendaz y a continuación de dicha acusación me dijo que mi artículo era “imparcial” (algún psicoanalista explicará mejor que yo el significado de este acto fallido), pero por un lado me acusa de mentiroso mientras afirma que no tomo partido por ninguna facción (cuando en realidad era evidente que me quería “acusar” de ser parcial hacia Israel, asumiendo él el lugar de la “imparcialidad” propalestina, le salió el tiro por la culata).

Para qué aprender a pensar por uno mismo estudiando las condiciones objetivas de los acontecimientos históricos si es mucho más fácil aprenderse “frases hechas” del “Diccionario del Progresista Bienpensante” y utilizar una fraseología aparentemente progresista (pero en realidad profundamente reaccionaria) y posar de “políticamente correcto”, asumiendo estas posturas antiisraelíes, pero corriendo el riesgo, como hemos demostrado, de quedar como un perfecto ignorante que desconoce las realidades históricas, que tiene una visión maniquea cegada por el odio judeófobo y que ha reemplazado el estudio de los hechos históricos por una serie de consignas y frases hechas que lo único que hacen es banalizar la historia. Transformarla en un “cuentito” con buenos y malos. Así es como encontramos a grandes “intelectuales y pensadores” opinando verdaderos disparates cuando “analizan” el conflicto en Medio Oriente, “prestigiosos” ganadores de Premios Nobel que cuando emiten sus juicios sobre Israel revelan el mismo nivel de conocimiento sobre esta cuestión que la que demostraría Maradona hablando de Física Nuclear y Mecánica Cuántica.

Hace algunos siglos era moneda corriente encontrar personas que opinaban que los judíos eran responsables por las epidemias de peste ya que la creencia popular era que “los judíos envenenaban los pozos de agua”, hoy hay quienes plantean que los judíos (a través de su estado) tienen una política genocida deliberada contra el pueblo palestino. Es indudable que en unos siglos los descendientes de quienes hoy atacan tan injusta y deliberadamente al estado de Israel sentirán hacia sus antepasados la misma vergüenza que hoy sienten en relación al antisemitismo de sus antepasados los propios atacantes de Israel; ya que ningún antisemita en la historia es consciente de su odio y siempre tienen una “justificación racional” que dará cuenta del mismo. En efecto, como un Ave Fénix que renace de sus cenizas (y a sólo unas cuantas décadas de acontecida la Shoah) la judeofobia ha renacido; la característica particular de esta forma de odio al otro es que ha hallado la forma para reinventarse y para reaparecer (a los ojos del que odia) como una oposición fundamentada, como un encono justificado, como una “necesidad histórica”.

“Imaginemos a un inquisidor del siglo XVI. Aun si se hubiera horrorizado de las matanzas de judíos en 1391, no habría sido capaz de notar que él mismo encarnaba la continuación de aquella cruzada judeofóbica. «¿Cómo puede usted comparar?» espetaría. «Ferrant Martínez masacró inocentes arbitrariamente. Nuestra Inquisición, por el contrario, tiene el noble objeto de proteger la unidad religiosa, y además otorga a las víctimas la opción de la fe antes de la hoguera.»

Del mismo modo, quien durante el siglo XIX se enterara con estupor de las torturas inquisitoriales, no admitiría que ese odio tuviera relación con la discriminación e injurias que durante su propia época padecían los descendientes de judíos: «¿Cómo se puede equiparar la brutalidad medieval –exclamaría– con la autodefensa de la sociedad española actual frente a las perniciosas influencias judaicas?»

La judeofobia es singular. No sólo porque se trata del odio más antiguo, universal, profundo, persistente, obsesivo, quimérico y eficaz que haya existido, sino porque quien lo padece, raramente lo asume conscientemente...”

Como comprobamos arriba se trata de un eslabón más en la interminable cadena de herencia judeófoba de este mundo que tan en deuda se encuentra con el pueblo judío; ese pueblo que tanto amor y desinterés brinda a la humanidad, y tanto maltrato recibe como moneda de pago. No existe época en la historia donde alguien no se haya manchado las manos de sangre judía. La época actual no es la excepción; hace mil años los judíos eran los “asesinos de Cristo”, hoy son los “asesinos de palestinos”. Ayer en las calles europeas podía leerse “Los judíos son nuestra desgracia” con tanta vehemente “verosimilitud” como hoy puede leerse “Judíos asesinos”, “Sionismo genocida” ó “Israel nazi”. El tiempo pasa y el odio perdura. Mañana seguramente el progresismo político se extinguirá (los judíos hace más de dos milenios que ven cómo los amalequitas de cada generación son borrados de la historia: Babilonia, los Faraones, Grecia, Roma, la Inquisición, los Nazis, los Soviéticos, etc.) lo que es seguro, lamentablemente, es que en algún lugar de la tierra, en algún cómodo nido, esperando que maduren las condiciones, permanecerá latente un huevo de serpiente fruto de este inexplicable y perenne odio, pero si de algo estoy más que convencido es de que el judaísmo perdurará y también se sobrepondrá a los males y amenazas por venir. ¡Am Israel Jai!.

www.patriciobrodsky.com.ar

miércoles, enero 07, 2009

¿Existieron realmente los Reyes Magos?

Son unos de los personajes más misteriosos de la Biblia y su existencia se desliza a través de unas escasas líneas, dignas de una película de suspense. Los Reyes Magos de Oriente acudieron al rey Herodes atraídos aparentemente por culpa de una estrella colgada en el cielo. De acuerdo con Mateo, Herodes les interrogó "sobre los tiempos de la aparición de la estrella". Les conminó a encontrar al Niño y a informarle de su emplazamiento exacto. Ellos encontraron a Jesús, le ofrecieron "oro, incienso y mirra", y, advertidos en sueños de las intenciones de Herodes para destruir al pequeño, retornaron a su tierra "por otro camino". En la Biblia no se cita ni una sola vez que eran reyes, ni se mienta su número. No sabemos si eran hombres o mujeres. Ni siquiera tenemos la más mínima pista acerca de sus nombres. ¿Existieron realmente? ¿De dónde venían?

"La referencia que hay en los evangelios sobre los Magos es simbólica, y tiene una finalidad puramente narrativa", asegura Juan Pedro Monferrer, profesor del departamento de Estudios Islámicos y semíticos de la Universidad de Córdoba. "Los nombres que hoy conocemos no aparecen hasta el siglo VIII", asegura Monferrer. En la crónica Excerpta latina barbari, los vemos plasmados sobre tinta: "En el tiempo del reinado de Augusto, el 1 de enero, los Magos le trajeron regalos y le adoraron. Los nombres de los Magos eran Bithisarea, Melichior y Gathaspa [Baltasar, Melchor y Gaspar]".

La investigación de los textos religiosos permite sin embargo escarbar en un pasado lleno de secretos, pistas, sorprendentes posibilidades y contradicciones. Por ejemplo, ¿hubo más de tres Magos? Las tradiciones antiguas sugieren que pudieron existir hasta doce. "Once príncipes y un rey", nos dice John A. Tvedtnes, antropólogo y experto lingüista en estudios hebreos y de Oriente Medio. Tvedtnes adelanta algunas de las conclusiones de su último libro, The First Noel: The Origin and Evolution of Christmas, sobre la historia de la Navidad: "De acuerdo con registros persas, eran príncipes que llevaban un ejército de hasta ocho mil, cuando llegaron a Callinice, que es Raqah (el actual Omán), y se enteraron de que una gran hambruna reinaba en Judea. Los príncipes dejaron a la mayoría de sus hombres y acudieron a Belén con un millar de hombres para hacer sus ofrendas". "Fue el papa Leo el Grande (entre los años 440 y 464 después de Cristo) el que popularizó la idea de tres Magos", escribe este experto basándose en los tres regalos tan caros que trajeron -oro, incienso y mirra-.

Los mitos sobre la primera Navidad abundan, pero no sabemos siquiera si los Magos usaron camellos o algún tipo de animal para el transporte. Ni siquiera estamos seguros de que fueran reyes. La primera traducción al inglés del Nuevo Testamento se llevó a cabo en 1382 por John Wickliffe, un teólogo y reformista nacido en Lutterworth que interpretó el término griego magoi como kyngis, reyes. Mateo se refiere a ellos como "magos"; un término griego, magoi, que es el nombre de una tribu parta de origen persa. Pero el desacuerdo geográfico sobre su procedencia es amplio y diverso.

El monje carmelita Juan de Hildesheim sí "aporta" en el siglo XIV más información sobre los Magos. Su obra Historia Trium Regum narra que murieron probablemente en la mitad del siglo en el que falleció Jesús. Helena de Bizancio retornaría siglos más tarde a la Tierra Santa y se hizo con los huesos de Sus Majestades para llevarlos hasta la catedral de Santa Sofía, en Constantinopla. Pero a la muerte de Constantino, su hijo, los restos se trasladaron hasta una iglesia de Milán. Entre 1158 y 1162, Federico I Barbarroja, rey de Italia, pidió ayuda militar al arzobispo de Colonia en su lucha contra Milán, y como recompensa le regalaría posteriormente los restos de los Magos, que descansarían finalmente en el altar de una catedral de Colonia (Alemania). ¿Son los auténticos huesos? Ni aunque pudiéramos analizar su ADN obtendríamos respuesta.

Queda, pues, la estrella de Belén. Si hubiera existido, podría argumentarse que lo que vieron estos Magos de leyenda fue al menos real. El súbito interés por el astro como signo premonitorio implicaría, de acuerdo con Tvedtnes, que eran astrónomos o astrólogos. Sin embargo, se trata de un nuevo objeto brillante en el firmamento que aparece dos veces: la primera, para atraer a los Magos hasta Jerusalén, y la segunda, para señalar el emplazamiento exacto de Belén. Que el rey Herodes les interrogue sobre la estrella sugiere que desconocía su existencia. Asumiendo que los Magos fueran persas, el viaje, nos dice el astrofísico Mark Kidger, supone una odisea de 1.500 kilómetros por dos desiertos inhóspitos y una cordillera montañosa. Una travesía que podría llevar entre 3 y 12 meses. Kidger, astrofísico de la misión del Observatorio Espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea, sugiere que la estrella de Belén pudo ser una nova, el resultado de una explosión estelar. "Prueba de ello son los registros de crónicas chinas realizadas durante el mes de marzo en el año 5 antes de Cristo", indica. La mayoría de los expertos coinciden en que la fecha del alumbramiento del Mesías pudo ocurrir cuatro o cinco años antes del año 0, ya que los escritos bíblicos sostienen que Jesús nació cuando Herodes aún reinaba, y el rey judío murió en el año 4 antes de Cristo. La explosión de esta nova fue observada entre las constelaciones de Capricornio y el Águila, explica Kidger, autor del libro The Star of Bethlehem (La estrella de Belén, Princeton University Press). La nueva luz en el cielo habría mantenido su intensidad durante unos dos meses y medio, tiempo suficiente para que los Magos hubieran llegado hasta Jerusalén, y de ahí hasta Belén, si hubieran utilizado transporte animal.

Simo Parpola, profesor de Asiriología de la Universidad de Helsinki, argumenta que este tipo de explosiones estelares se mantienen fijas en el cielo con relación al movimiento de las demás estrellas, algo que no cuadraría con la concepción de san Mateo sobre la estrella de Belén: un objeto que se desplazaba en el cielo. Para Kidger, esta estrella viajera es sin embargo una mala interpretación, "ya que los mismos Magos comentan que la estrella que habían visto en Oriente ya iba delante de ellos cuando caminaron de Jerusalén a Belén, y Belén está exactamente al sur de Jerusalén [a unos diez kilómetros]". Una nova aparecida al sur podría haber dado la impresión de una estrella que acompañaría a los Magos en su viaje, yendo por delante de ellos en el camino.

En cualquier caso, Parpola sugiere, en un artículo publicado en la revista Bible Review, que pudo deberse a la conjunción de planetas. La que ofrece una mejor explicación, de acuerdo con este profesor, fue la que se produjo cuando Júpiter y Saturno se aproximaron hacia el año 7 antes de Cristo. La arqueología confirmó que los astrónomos babilonios la habían registrado en sus tabletas de barro hacia ese mismo año, concretamente en la constelación de Piscis, e indicaron que fue visible durante 11 meses. En esa época "existió un cierto vacío de poderes en el Cercano Oriente", escribe Parpola. Judea no era otra cosa que los restos del Imperio Seléucida, desmoronado hacia el año 64 antes de Cristo y que ahora era una provincia, Siria, anexionada a Roma, cuyo poder tampoco estaba consolidado en la región. Los romanos eran vistos como invasores ilegítimos, y existía la esperanza de que un rey llevado por la mano de Dios pudiera echarles para crear un mundo nuevo. Saturno y Júpiter no habrían pasado inadvertidos para cualquier astrólogo babilonio. El resto, ya es historia.

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