La transición ecológica entre la tierra y el desierto fue muy significativa en la Biblia. El contraste entre el sistema montañoso y las llanuras costeras fue aún de mayor importancia. Los llanos entre montañas llevaban cierta ventaja por la lluvia al tener mejor drenaje y por ser más propicios para el cultivo de las arboledas.
Existía una fuerte demanda por el vino, el aceite, las pasas y los higos secos producidos en la región. Más aún, el terreno quebrado permitía que cada aldea fuese una especie de fortaleza al haber suficiente piedra para la construcción de sus complejas defensas amuralladas.
Pero en las llanuras costeras no había piedras y los asentamientos eran difíciles de proteger, más aún cuando por allí corría la Vía Maris, una antigua ruta comercial que desde la Edad de Bronce (aprox. 1,300 a.C.) bordeaba la costa mediterránea para enlazar Egipto, Israel, Mesopotamia y la actual Turquía.
La llanura efectivamente constituyó el lindero oriental del mundo mediterráneo, en lugar de la orilla occidental de Asia con sus pueblos de las estepas.
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