Había tres fechas, aparte de las religiosas, que predominaban en la memoria de cualquier familia israelita: el día del nacimiento, el del matrimonio y el de la muerte.
Nacimiento: En Israel siempre se veía la esterilidad como una calamidad, y se era feliz en proporción al número de hijos que se tenía, especialmente si éstos eran varones.
Cuando nacía el primogénito, la madre pasaba a ser la madre de… en lugar de la hija de… Una hija no era tan bienvenida por su posición subordinada. Era una ventaja para la familia sólo como trabajadora.
Al nacer se frotaba al recién nacido con sal para afirmar su piel, y se le envolvía en pañales para que crecieran bien sus miembros. Se le ponía un nombre escogido cuidadosamente de antemano, el cual indicara previamente alguna cualidad moral o física que se presumía iba a caracterizarle en el transcurso de su vida.
El varón era circuncidado a los ocho días y el primogénito era redimido un mes después de su nacimiento mediante su presentación en el Templo y una ofrenda al sacerdote. No era destetado sino hasta los dos o tres años de edad.
Matrimonio: Los matrimonios los arreglaban los padres ya que era deber de todos el casarse. Como la novia constituía una ventaja laboral, los futuros suegros debían pagar un precio o dote por ella a sus padres.
Lo primero de todo era una ceremonia formal de firma del compromiso, con intercambio de regalos. Llegada la tarde del día de la boda, el novio y sus amigos hacían una procesión hasta la casa de la novia, en donde ella y su familia les esperaban. La pareja recibía la bendición y entonces el novio llevaba a su esposa por las calles del pueblo hasta su propia casa, mientras los invitados se alineaban en las orillas de las calles con antorchas encendidas. Luego seguía una gran fiesta que podía durar hasta una semana.
Muerte: Una muerte en la familia daba inicio a un ceremonial de luto muy complicado. Se pagaba a plañideras profesionales para los lloros y lamentos del caso.
En un clima tan caliente había que enterrar el cuerpo del muerto antes de las 24 horas posteriores al fallecimiento. Se lavaba el cadáver y se le envolvía en ropas. En tiempos del Nuevo Testamento se le ungía y envolvía en vendas especiales, poniéndole un sudario de lino.
A los pobres se les enterraba en una fosa común o en sencillas cuevas, mientras que los ricos tenían tumbas cavadas especialmente para ellos en las rocas, selladas con una piedra grande en forma de rueda. Esta fue precisamente la tumba en donde fue enterrado Jesús, la cual era propiedad de José de Arimatea.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sus comentarios son impotantes. Gracias