EL SIGNIFICADO DE LA PARUSIA
La palabra parusía se deriva del griego koiné pareimi, que significa presencia o hacerse presente. Antiguamente el helenismo utilizó esta palabra para referirse tanto a la manifestación de las divinidades en esta tierra como para designar la entrada triunfal de los reyes o príncipes a las ciudades de sus dominios. Para el cristianismo la Parusía identifica la presencia de Cristo en su regreso al mundo.
Al mismo tiempo la Parusía es epifanía, es decir, una manifestación pública de Jesucristo en la tierra. Tal como indicaba el teólogo alemán Karl Rahner (1904-1984) en su libro Introducción al concepto de cristianismo, la identificación de la Parusía con el regreso de Cristo es confusa, pues parece insinuar que se trata de una repetición de algo que ya ha tenido lugar. En realidad la Parusía se trata de la plenitud de la venida de Jesús, acaecida de una vez para siempre en diferentes fases. Por eso se hace más justicia cuando se habla de la Parusía como el advenimiento definitivo y público de Cristo en toda su gloria y la revelación completa de su misterio.
La mayor esperanza de los cristianos es el regreso del Señor al mundo. El apóstol Pablo habla de este magno evento con estas palabras: “aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo” (Tito 2:13). De modo que podemos afirmar que el segundo advenimiento de Cristo y el establecimiento de su Reino son dos de los temas más importantes de la Biblia.
En la totalidad de los 260 capítulos del Nuevo Testamento, la Parusía es mencionada, directa o indirectamente, no menos de 318 veces. Esto significa un promedio de más de una vez por capítulo. Y en el Antiguo Testamento profetas tales como Isaías (9:6-7 y 66:15), Jeremías (23:5), Ezequiel (21:25-27), Daniel (7:27), Joel (3:16-17), Abdías (21:1-21), Miqueas (4:3-4), Zacarías (14:4-9), Habacuc (2:2-3), Sofonías (1:4 y 3:15), Ageo (2:7) y Malaquías (4:2-6), hablaron claramente de esa venida, de la cual sólo el Padre conoce el momento en que ocurrirá.
Cristo mismo habló de su regreso al mundo en sus parábolas del Reino. El se presentó como el novio que recibe a su novia en la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), y en la parábola de las diez minas El se presenta como el hombre noble que se fue a un país lejano para recibir un reino y regresar (Lucas 19:11-27).
Juan registró las palabras de Jesús acerca de su regreso en su Evangelio: “Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros” (Juan 14:3). Y en sus últimas epístolas Juan habla del regreso de Cristo diciendo: “Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado todavía lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (1 Juan 3:2).
Igualmente Pedro habló con confianza del regreso de Cristo. En su primera epístola dice que “el fin de todas las cosas está cercano” (1 Pedro 4:7). Y en su segundo sermón después de Pentecostés, él dijo proféticamente: “a fin de que el Señor venga en el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os estaba predestinado, a Jesús, a quien debe retener en el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus santos profetas” (Hechos 3:20-21).
Pablo también habló mucho del regreso de Cristo en sus epístolas. A los romanos les dice “que vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades. Y esta será mi alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados” (Romanos 11:26-27). Y a los corintios Pablo les confirma la esperanza de cada creyente: “Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida” (1 Corintios 15:23).
Y cuando le escribe a Timoteo le dice “que conserves el mandato sin tacha ni culpa hasta la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo, que a su debido tiempo hará ostensible” (1 Timoteo 6:14), y lo ratifica en la segunda epístola diciendo “y no solo a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación” (2 Timoteo 4:8).
Otros escritores del Nuevo Testamento son igualmente explícitos al hablar de la Parusía , como por ejemplo Santiago al decir: “tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor” (Santiago 5:7), y concluye diciendo “porque la venida del Señor está cerca” (Santiago 5:8).
Y donde de forma más clara y contundente se confirma la Parusía es en el libro del Apocalipsis o Revelación, donde a Juan se le permite contemplar la venida de Cristo, y la narra de la siguiente forma: “Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por El harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén” (Apocalipsis 1:7).
Siervo Roberto Fonseca Murillo
Siervo Roberto Fonseca Murillo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sus comentarios son impotantes. Gracias