"Estonia está lleno de magia natural", dijo Mari-Liis Roos, de 37 años, una traductora que había llegado a Tuhala con su esposo y su hijo. "Es difícil de describir. En ocasiones uno no quiere explicar estas cosas, porque es demasiado personal".
Estonia ha adoptado por intimidación una serie de sistemas de creencias a lo largo de los siglos, desde el catolicismo y el luteranismo hasta la ortodoxia rusa y el ateismo soviético. Diecisiete años después de independizarse de la Unión Soviética, Estonia es una de las naciones más laicas del mundo; en el censo de 2000, sólo 29 por ciento de sus ciudadanos se declaró seguidor de alguna religión en particular.
Eso no significa que sean ateos. Anhelantes de una auténtica fe nacional, los estonios han sido atraídos hacia las religiones animistas que precedieron al cristianismo: Taarausk, cuyo dios era adorado en los bosques, y Maasuk, que se traduce como "fe en la tierra".
Las antiguas creencias han sobrevivido en forma de cuentos folklóricos. En los relatos, los pecados de los humanos repercuten en la naturaleza: los lagos desaparecen volando para castigar a los aldeanos codiciosos, o los bosques se alejan vagando en la noche, para nunca regresar. Los árboles demandan el respeto de una venia con el sombrero, y los hoyos en el suelo deben ser alimentados con monedas.
En el caso de Tuhala, el mundo físico ruega por explicaciones. El asentamiento, que se cree tiene 3,000 años de antig¼edad, se ubica en el campo de carso poroso más grande de Estonia, donde unos 15 ríos subterráneos fluyen a través de un laberinto de cavernas, audibles pero no visibles para los habitantes humanos.
Un resultado son hoyos lo suficientemente grandes para tragarse caballos -- el Hoyo del Caballo, como se le conoce, apareció en 1978 -- o personas, como en el Hoyo de la Suegra. Los arroyos aparecen y desaparecen como fantasmas.
La rareza más famosa es el Pozo de las Brujas. Geólogos creen que después de las torrenciales lluvias, la presión de las aguas subterráneas se acumula al punto en que el agua sale disparada de la tierra, regularmente por varios días. Cada vez que sucede, la gente recorre grandes distancias para verlo.
Ellu Rouk, una mujer delgada de 69 años de edad y con ojos azul claro, se alejaba lentamente después de pasar unos minutos al lado del pozo. Dijo que había tenido un profundo involucramiento con el mundo natural. Su aliado especial es un abedul en su patio, tan poderoso que un vecino malicioso ha conspirado para matarlo, dijo. Cuando ella corta rosas y las coloca en un florero, dijo, les salen raíces.
Estos dramas, dijo, son una "herencia" de sus ancestros.
"Hay un antiguo dios estonio, Taara", dijo Rouk. "Vive. Existe. Aunque hay personas a las que les gustaría deshacerse de él.
"Los cristianos", añadió, "no respetan la naturaleza".
La magia parece estar de nuevo de moda, dijo Evi Tuttelberg, que vive en una granja de 500 años de antig¼edad cerca del pozo. Tuttelberg, de 80 años, se reía cuando su suegra reportaba ver demonios llameantes sobrevolar Tuhala. En los días de su suegra, la gente dejaba ofrendas de dinero y alimentos en el "junípero sagrado" y hablaban de cámaras subterráneas secretas ocultas en los campos.
Luego Estonia entró en su largo periodo soviético, y las brujas y los duendes del bosque desparecieron de la conversación pública. Lo mismo pasó con el Pozo de las Brujas, dijo.
"Nadie hablaba de él", afirmó la mujer. "Era sólo un hoyo en el suelo".
Pero este año, fue una maravilla. Un fresco y arcilloso aroma se elevó del suelo del bosque; musgo verde eléctrico surgió bajo los pies, y el agua se había congelado en lechos sobre ramas desnudas. La gente traía a sus recién nacidos en carritos hasta el borde del agua y veía como la neblina se elevaba de la tierra.
Ants Talioja, cuya familia ha sido dueña de los terrenos durante 11 generaciones, vagabundeaba orgulloso y distraído, como el capitán de meseros de un restaurante. Cuando dejó de moverse por un momento, sin embargo, su expresión fue de dolor. Hay planes para construir una cantera de piedra caliza a un par de kilómetros del Pozo de las Brujas, y Talioja dijo que temía que el proyecto drenara el agua que corría misteriosamente bajo Tuhala.
Eso significaría que la erupción de este año pudiera ser la última. Talioja, de 62 años de edad, nació sobre esa agua fluyente, y dijo que creía que había dado a su familia ciertos dones; una mujer de su familia vivió hasta los 105 años.
La compañía minera ha ofrecido suministrar agua potable en pipas para compensar los 1,000 pozos que se secarían, dijo. Pero era claro por la sombría expresión en el rostro de Talioja que el agua enviada en pipas no sería sustituto.
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