Hace dos mil años tuvo lugar un acontecimiento extraordinario: en la pequeña ciudad de Nazareth, un hombre que respondía al nombre de Jesús comenzó a dirigirse al pueblo de Israel, hablándoles del amor y la compasión, así como del perdón, la humildad y la confianza, y las palabras que pronuncio se grabaron de forma indeleble en las memorias de las personas que le escucharon.
Este tal Jesús acabo sus días crucificado en una cruz de madera, ya que las verdades de las que hablaban resultaban inquietantes; grandes cantidades de gente se agolpaban para escucharle, y muchas personas sostenían que el era algo así como un salvador, sin darse cuenta de que la gran devoción que germinaba en sus corazones acabaría llevando a la crucifixión al hombre al que amaban por encima de cualquier otro. Al observar la multitud que se juntaba para escuchar las arengas de este hombre, las autoridades de la época (sacerdotes judíos y soldados romanos) temiendo perder el poder de controlar y gobernar, por lo que, temerosos de ser defenestrado, hicieron lo que por aquel entonces solían hacer los que tenían el poder: acabaron con la vida de Jesús.
Sin que se le imputara ningún delito, fue conducido a lo alto de una colina y crucificado públicamente, como si se tratara de un criminal común. Sobre su cabeza se le coloco un cartel para mofarse de el, que le bautizaba con el nombre de Rey de los Judíos; con este epíteto, se pretendía hacer ver que seguir sus pasos no era una buena alternativa, tratando así de silenciar una voz que las autoridades no querían escuchar. Pero la voz de Jesús no enmudeció tras esta acción ruin y cobarde; de hecho, la crucifixión de este hombre humilde tomo una dimensión completamente inesperada: se convirtió en un símbolo no solo de la pureza de su inocencia, sino también de la transformación que posibilitaron sus palabras.Al final del día, el cuerpo inerte de Jesús fue bajado de la cruz y enterrado, pero el alma de sus palabras y la llama de sus palabras y la llama de su corazón seguían vivos. Las verdades que había pronunciado y el amor con el que se preocupaba por la humanidad habían comenzado a introducirse en el corazón de quienes habían decidido seguirle, y muchos vieron como sus vidas se transformaban para siempre.
Como ha sido siempre la forma de actuar de los que predican el amor y la sabiduría interior, Jesús tuvo una gran influencia sobre un grupo de fieles. Había doce hombres a los que atrajo hacia el y que, en cierta forma, ilumino su alma; estos hombres fueron conocidos mas tardes como sus apóstoles, que se encargaron de predicar en sus diferentes pueblos y comunidades, y viajaron a otras tierras tras la muerte de Jesús, contando lo que había sucedido en Jerusalén. Anunciaron al mundo que este hombre había pronunciado palabras que encerraban una sabiduría tan grande que, cuando llegaban al corazón, se sentía la cercanía en espíritu con la misericordia y compasión de Dios.
El Dios del que hablaban se había convertido en un padre para la humanidad. El Dios de Jesús, decían, es un Dios que ama, cuya misericordia es mas grande de lo que los hombres pueden llegar a comprender.
Con esta mentalidad, Jesús y los discípulos consiguieron llevar a cabo uno de los cambios con mayor alcance en el pensamiento espiritual que el mundo ha conocido jamás. Después de haber experimentado en su presencia el gozo y la paz que predicaba, los discípulos de Jesús se habían transformado por completo. Ellos también comenzaron a vivir en el espíritu de su maestro, y experimentaron en su ser las verdades de las que Jesús les había hablado.
Cuando predicaban el poder que tenia el amor, hablaban desde su propia experiencia; era esta la que les daba fuerza para sufrir muertes similares a la de su maestro. Los hombres y mujeres que han seguido los pasos de Jesús son conocidos con el nombre de “santos cristianos” Al llevar el mensaje hasta su corazón, han descubierto la verdad del mismo en pos de su propio bien: el amor les ha transformado y, con sus corazones agradecidos, han transmitido sucesivamente el sencillo mensaje a los demás. Con el regocijo y entusiasmo que invade a todos aquellos que son transformados mediante las enseñanzas de Jesús, el mensaje divino ha llegado hasta los rincones más recónditos del planeta.
Como el fuego se propaga, y como el fuego arde; el mensaje de Jesús es sencillo, pero es uno de los mensajes más poderosos que ha conocido la humanidad: es un mensaje de amor.
En el transcurso de los dos mil años que han pasado desde los días en que Jesús pronuncio sus palabras, se ha hecho mucho para preservar las palabras que fueron escuchadas por aquellos que estaban allí, las enseñanzas han continuado, y se creo una iglesia para fortalecer el mensaje tan simple y mantenerlo vivo. Naturalmente, debido a la gran complejidad inherente a la psique humana, también se ha hecho mucho para corromper y destruir tanto el mensaje de Jesús como su iglesia. Estos dos mil años han sido testigos de la aparición de un mundo complejo, y los santos portadores del mensaje de amor de cristo se han visto obligados a afrontar una y mil batallas contra los que ostentaban el poder que han tratado de destruir el mensaje.
El mensaje de Jesús es mensaje de amor, y el amor lleva implícitas ciertas características: el amor disuelve el miedo y la maldad, el amor flota como el aire fresco y sigue un curso propio, el amor protege lo que es débil y susceptible de ser destruido y es de por si una fuerza mas poderosa que cualquier otra.
Esto ha sido demostrado por los santos portadores del mensaje de cristo; estos han dado forma a una historia plagada de amor y devoción de muy diferentes maneras, en diferentes momentos y durante cientos y cientos de años: desde los mártires a los ermitaños, desde los maestros a los héroes legendarios y desde los visionarios a los samaritanos, los santos del cristianismo han tejido un tapiz con historias tan ricas y llenas de color que parece que no existen limites a las expresiones que puede adoptar el amor. Los santos viven en los corazones de hombres y mujeres de carne y hueso, y se mantienen vivos a su merced a un misterioso poder que poseen. Cuando invocamos su ayuda, podemos sentir su bendición, cuando contemplamos sus actos alimentamos nuestro espíritu, y cuando vivimos en la verdad eterna de su mensaje, nos alimentamos siempre de la fuerza de su devoción.
Los santos describe solo una parte de la multitud de hombres y mujeres que conocemos como santos, y cuentan solo con una ínfima parte del espacio que merecen. Con el fin de proporcionar un mayor conocimiento de sus vidas.
Las historias sobre los santos y el arte que se emplea para ilustrarlas provienen de muy diversas corrientes; algunos son tan legendarios que no hay forma de verificar su existencia. Otros, obviamente, son conocidos por sus escritos, y se ha dejado constancia de las vidas de unos pocos gracias a aquellos que les conocían bien; la mayor parte de las historias que aquí se cuentan y de las obras de arte que se han empleado gozan de reconocimiento y prestigio. Puede haber casos donde esto no se de y, como en la vida, existían múltiples visiones de cada historia y discrepancias en cada relato.-Consultar personajes.
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