Expresiones corporales y la adoración (Parte 1)
Escrito por Bob Kauflin
Hemos visto que la Biblia señala la adoración Dios como una actividad en la que se involucran nuestras emociones. A pesar que la adoración en la cultura hebrea de la antigüedad se expresaba en de manera muy distinta en muchos aspectos a la forma como lo hacemos en la actualidad, no hay ninguna indicación en las escrituras en la que se nos inste a que debamos cuidar nuestras emociones cuando adoramos a Dios. Las expresiones externas pueden cambiar, pero las verdades que las motivan no cambian.
Entonces ¿Cómo deben ser expresadas nuestras emociones cuando adoramos? ¿Cuándo nuestras emociones son una evidencia que estamos adorando de corazón? ¿Cuando son un factor de distracción y obstáculo? ¿Cuál es la línea que pone limite entre la adoración con el corazón y la adoración de nuestras emociones?
Estas son preguntas muy importantes para el pueblo de Dios. El motivo es que deseamos hacer todo para la Gloria de Dios, y debemos tratar de entender como encajan nuestras emociones en la adoración cuando nos reunimos como Cuerpo.
Primeramente debemos reconocer que el compromiso emocional con Dios en la adoración no es un factor de temperamento sino de obediencia a su Palabra. Adorar con tibieza no es adoración. No importa que seamos introvertidos, extrovertidos o en un punto intermedio, debemos desear a Dios más que a nada. En la medida que descubrimos en forma fresca quién es Dios debemos responder de acuerdo a esa revelación, bien ya sea con alegría, paz, temor o deleite. Cuando somos confrontados por el Espíritu Santo deberíamos tener el temor de Dios. Todas estas son respuestas naturales que nacen de una verdadera relación con Dios vivo. En segundo lugar nuestra expresión emocional no es un asunto de personal sino de edificación mutua. A pesar que la adoración bíblica abarca una amplia gama de respuestas emocionales, nuestra respuesta debe estar sometida lo que la escritura dice en relación a como podemos edificar a otros cristianos. "Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación" (Romanos 14:19 NIV). Soy líder de adoración en una iglesia donde las expresiones emocionales se permiten. Cualquier domingo en nuestros cultos podemos ver gente aplaudiendo, danzando, llorando, postrándose o cantando con entusiasmo. En este contexto si me motiva el hecho que Dios envió a su Hijo para redimirme, no está fuera de lugar que levante mis manos como una expresión de gratitud y rendición. Sin embargo, si me encuentro entre un grupo de personas de tradición menos expresiva, debo ejercitar el dominio propio y responder emocionalmente a Dios pero sin distraer a los demás. En este sentido entiendo que demostrar mi amor por mis hermanos es una forma de demostrar mi amor a Dios.
Por último, debemos evitar confrontar la proclamación de una verdad contra la respuesta emocional a esa verdad. Dios desea ambas cosas, nuestro conocimiento de Dios y Su Gracia que nos inspira a una mayor pasión. En este sentido la experiencia y el gozo como adoramos a Dios crea en nosotros más sed para conocerle mejor.
Es obvio que todas las personas no reaccionan de la misma manera, ni que tampoco una persona se inspira siempre de la misma forma. Lo que no debemos es dejar que el temor a los hombres, las enseñanzas erradas y la complacencia nos impidan amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas. Por las maravillas de la creación, el milagro de un nuevo nacimiento, el sacrificio de Su Único Hijo, por la paz de su cuidado soberano, por la bendición de su Palabra -- por todo esto y por infinitas cosas más, Dios merece nuestras más puras y expresivas emociones.
Escrito por Bob Kauflin
Hemos visto que la Biblia señala la adoración Dios como una actividad en la que se involucran nuestras emociones. A pesar que la adoración en la cultura hebrea de la antigüedad se expresaba en de manera muy distinta en muchos aspectos a la forma como lo hacemos en la actualidad, no hay ninguna indicación en las escrituras en la que se nos inste a que debamos cuidar nuestras emociones cuando adoramos a Dios. Las expresiones externas pueden cambiar, pero las verdades que las motivan no cambian.
Entonces ¿Cómo deben ser expresadas nuestras emociones cuando adoramos? ¿Cuándo nuestras emociones son una evidencia que estamos adorando de corazón? ¿Cuando son un factor de distracción y obstáculo? ¿Cuál es la línea que pone limite entre la adoración con el corazón y la adoración de nuestras emociones?
Estas son preguntas muy importantes para el pueblo de Dios. El motivo es que deseamos hacer todo para la Gloria de Dios, y debemos tratar de entender como encajan nuestras emociones en la adoración cuando nos reunimos como Cuerpo.
Primeramente debemos reconocer que el compromiso emocional con Dios en la adoración no es un factor de temperamento sino de obediencia a su Palabra. Adorar con tibieza no es adoración. No importa que seamos introvertidos, extrovertidos o en un punto intermedio, debemos desear a Dios más que a nada. En la medida que descubrimos en forma fresca quién es Dios debemos responder de acuerdo a esa revelación, bien ya sea con alegría, paz, temor o deleite. Cuando somos confrontados por el Espíritu Santo deberíamos tener el temor de Dios. Todas estas son respuestas naturales que nacen de una verdadera relación con Dios vivo. En segundo lugar nuestra expresión emocional no es un asunto de personal sino de edificación mutua. A pesar que la adoración bíblica abarca una amplia gama de respuestas emocionales, nuestra respuesta debe estar sometida lo que la escritura dice en relación a como podemos edificar a otros cristianos. "Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación" (Romanos 14:19 NIV). Soy líder de adoración en una iglesia donde las expresiones emocionales se permiten. Cualquier domingo en nuestros cultos podemos ver gente aplaudiendo, danzando, llorando, postrándose o cantando con entusiasmo. En este contexto si me motiva el hecho que Dios envió a su Hijo para redimirme, no está fuera de lugar que levante mis manos como una expresión de gratitud y rendición. Sin embargo, si me encuentro entre un grupo de personas de tradición menos expresiva, debo ejercitar el dominio propio y responder emocionalmente a Dios pero sin distraer a los demás. En este sentido entiendo que demostrar mi amor por mis hermanos es una forma de demostrar mi amor a Dios.
Por último, debemos evitar confrontar la proclamación de una verdad contra la respuesta emocional a esa verdad. Dios desea ambas cosas, nuestro conocimiento de Dios y Su Gracia que nos inspira a una mayor pasión. En este sentido la experiencia y el gozo como adoramos a Dios crea en nosotros más sed para conocerle mejor.
Es obvio que todas las personas no reaccionan de la misma manera, ni que tampoco una persona se inspira siempre de la misma forma. Lo que no debemos es dejar que el temor a los hombres, las enseñanzas erradas y la complacencia nos impidan amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas. Por las maravillas de la creación, el milagro de un nuevo nacimiento, el sacrificio de Su Único Hijo, por la paz de su cuidado soberano, por la bendición de su Palabra -- por todo esto y por infinitas cosas más, Dios merece nuestras más puras y expresivas emociones.
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