El dogma de la Inmaculada Concepción es un artículo de la fe católica que sostiene la creencia en que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de la creación de su alma, estuvo libre de todo pecado o mancha de pecado. No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Jesús y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres y mujeres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios.
La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el Saludo del Ángel (Lc. 1,28) y en la oración del Ave María este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.
Esta doctrina no es aceptada ni por los cristianos ortodoxos ni por los miembros de las iglesias protestantes.
Los protestantes rechazan la doctrina ya que no consideran que el desarrollo dogmático de la teología sea un referente de autoridad y que la Mariología en general, incluida la doctrina de la Inmaculada Concepción, no se enseña explícitamente en la Biblia.
Los protestantes argumentan que Dios tuvo que haber intervenido en la concepción de la madre de María, en su abuela, y así sucesivamente a lo largo del tiempo. La respuesta del catolicismo es que solo María tenía que mantenerse libre de pecado pues ella iba a concebir directamente a Cristo, mientras que sus ancestros no.
Otro argumento sostenido por los protestantes es de Marcos 10:18 y de Lucas 18:9. Cuando Jesús es nombrado como "Buen pastor" (NIV Mc 10:17), replica "Nadie es bueno - excepto solo Dios". Con ello Cristo enseña claramente que nadie está sin pecado, dejando margen para la conclusión de que el es un Dios encarnado. Los católicos no perciben lo mismo, considerando la frase en un sentido general.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Jesús y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres y mujeres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios.
La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el Saludo del Ángel (Lc. 1,28) y en la oración del Ave María este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.
Esta doctrina no es aceptada ni por los cristianos ortodoxos ni por los miembros de las iglesias protestantes.
Los protestantes rechazan la doctrina ya que no consideran que el desarrollo dogmático de la teología sea un referente de autoridad y que la Mariología en general, incluida la doctrina de la Inmaculada Concepción, no se enseña explícitamente en la Biblia.
Los protestantes argumentan que Dios tuvo que haber intervenido en la concepción de la madre de María, en su abuela, y así sucesivamente a lo largo del tiempo. La respuesta del catolicismo es que solo María tenía que mantenerse libre de pecado pues ella iba a concebir directamente a Cristo, mientras que sus ancestros no.
Otro argumento sostenido por los protestantes es de Marcos 10:18 y de Lucas 18:9. Cuando Jesús es nombrado como "Buen pastor" (NIV Mc 10:17), replica "Nadie es bueno - excepto solo Dios". Con ello Cristo enseña claramente que nadie está sin pecado, dejando margen para la conclusión de que el es un Dios encarnado. Los católicos no perciben lo mismo, considerando la frase en un sentido general.
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